/ lunes 1 de abril de 2024

Linchamiento y Justicia

En la semana pasada fuimos testigos mediáticos de un linchamiento acaecido en Taxco, Guerrero, tierra sin ley desde hace ya un buen rato. En el caso particular vimos a una turba enardecida golpeando y vejando a presuntos secuestradores y feminicidas de una menor de edad. Imágenes inenarrables.

El linchamiento de un presunto delincuente, aunque pueda parecer una forma de hacer justicia, no es un acto legítimo ni adecuado por lo siguiente:

1. Legalidad y Estado de Derecho. El linchamiento implica que la población tome la justicia en sus propias manos, sobrepasando el sistema legal establecido. En un Estado democrático, la aplicación de la ley y la imposición de sanciones son prerrogativas exclusivas del Estado. El principio ius puniendi establece que solo el Estado tiene el derecho de castigar. Cuando la gente se toma la justicia por sí misma, se socava este principio fundamental.

2. Presunción de Inocencia. La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece que “ninguna persona puede hacerse justicia por sí misma”. Esto se relaciona con el principio de presunción de inocencia. Un presunto delincuente es considerado inocente hasta que se demuestre su culpabilidad en un tribunal de justicia. El linchamiento, al no respetar este principio, puede resultar en la violación de los derechos fundamentales.

3. Violencia y Efecto Ejemplar. Los linchamientos suelen ser violentos, con exhibición, humillación y estigmatización del acusado. Estas acciones extremas no son justificables ni válidas. Además, se ejecutan como un ejemplo para futuros criminales. Sin embargo, esta lógica es peligrosa, ya que no garantiza una justicia equitativa y puede llevar a errores irreparables, como ya ha sucedido en innumerables casos.

4. Falta de Debido Proceso. El linchamiento no sigue el debido proceso legal. No hay investigación imparcial, juicio justo ni oportunidad para la defensa. Las pruebas pueden ser insuficientes o erróneas, y la pena impuesta puede ser desproporcionada. El sistema legal, aunque imperfecto, proporciona salvaguardias para evitar condenas injustas.

El linchamiento no es un acto de justicia. Aunque la frustración por la impunidad y la inseguridad puede llevar a estas acciones, debemos recordar que la verdadera justicia se logra a través de instituciones legales y procesos imparciales.

Cada vez que se perpetra uno de estos actos, deberíamos simplemente acudir al mismo supuesto que se actualizó en contra de Jesucristo, seamos o no creyentes.

En la semana pasada fuimos testigos mediáticos de un linchamiento acaecido en Taxco, Guerrero, tierra sin ley desde hace ya un buen rato. En el caso particular vimos a una turba enardecida golpeando y vejando a presuntos secuestradores y feminicidas de una menor de edad. Imágenes inenarrables.

El linchamiento de un presunto delincuente, aunque pueda parecer una forma de hacer justicia, no es un acto legítimo ni adecuado por lo siguiente:

1. Legalidad y Estado de Derecho. El linchamiento implica que la población tome la justicia en sus propias manos, sobrepasando el sistema legal establecido. En un Estado democrático, la aplicación de la ley y la imposición de sanciones son prerrogativas exclusivas del Estado. El principio ius puniendi establece que solo el Estado tiene el derecho de castigar. Cuando la gente se toma la justicia por sí misma, se socava este principio fundamental.

2. Presunción de Inocencia. La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece que “ninguna persona puede hacerse justicia por sí misma”. Esto se relaciona con el principio de presunción de inocencia. Un presunto delincuente es considerado inocente hasta que se demuestre su culpabilidad en un tribunal de justicia. El linchamiento, al no respetar este principio, puede resultar en la violación de los derechos fundamentales.

3. Violencia y Efecto Ejemplar. Los linchamientos suelen ser violentos, con exhibición, humillación y estigmatización del acusado. Estas acciones extremas no son justificables ni válidas. Además, se ejecutan como un ejemplo para futuros criminales. Sin embargo, esta lógica es peligrosa, ya que no garantiza una justicia equitativa y puede llevar a errores irreparables, como ya ha sucedido en innumerables casos.

4. Falta de Debido Proceso. El linchamiento no sigue el debido proceso legal. No hay investigación imparcial, juicio justo ni oportunidad para la defensa. Las pruebas pueden ser insuficientes o erróneas, y la pena impuesta puede ser desproporcionada. El sistema legal, aunque imperfecto, proporciona salvaguardias para evitar condenas injustas.

El linchamiento no es un acto de justicia. Aunque la frustración por la impunidad y la inseguridad puede llevar a estas acciones, debemos recordar que la verdadera justicia se logra a través de instituciones legales y procesos imparciales.

Cada vez que se perpetra uno de estos actos, deberíamos simplemente acudir al mismo supuesto que se actualizó en contra de Jesucristo, seamos o no creyentes.