/ lunes 29 de abril de 2024

Dinero fácil

¿A quién no le gusta que le regalen dinero? Creo que la pregunta se contesta por sí misma. Ni siquiera hay que intentar una explicación a lo obvio. Sin embargo, hay que tener en cuenta la sabiduría de los viejos que siempre nos sentencia: Nada es gratis en este mundo. Absolutamente nada.

A colación debido a que, con muchísima tristeza, estamos viendo que los candidatos a puestos de elección popular, de todos colores y sabores, en esta que se clasifica como la contienda política más grande y costosa de la historia de México, se están desviviendo y desgarrando las vestiduras por ver quién promete regalar más dinero fácil a los votantes. Lejísimos quedaron aquéllas campañas donde, con un mínimo de decencia, los susodichos presentaban un pinchurriento plan de gobierno y se nos endilgaban juramentos de un futuro mejor basados en un programa o proyecto. Ahora no, todo es ofrecer y ofrecer que con estirar la mano será depositada en ella los recursos que satisfarán todas las felicidades terrenales.

Ofrecer beneficios económicos fáciles en campañas políticas es la idea más perversa y retrógrada que hubiese escuchado en mi existencia mundana:

1. Desincentiva la responsabilidad fiscal. Cuando los candidatos prometen beneficios económicos sin considerar su viabilidad financiera, pueden estar tentados a gastar más allá de los recursos disponibles. Esto podría llevar a un aumento en el endeudamiento público o a una mala gestión de los fondos gubernamentales.

2. Populismo irresponsable. Ofrecer beneficios económicos fáciles puede ser una táctica populista para ganar votos sin considerar las consecuencias a largo plazo. Los políticos pueden prometer cosas que no pueden cumplir solo para ganar popularidad, lo que debilita la confianza en el sistema político.

3. Impacto negativo en la economía. La implementación de beneficios económicos sin una base sólida puede afectar negativamente la economía. Por ejemplo, si se otorgan subsidios indiscriminadamente, podría haber una inflación descontrolada o un desequilibrio en las finanzas públicas.

4. Desigualdad y falta de sostenibilidad. Ofrecer beneficios económicos sin considerar la equidad y la sostenibilidad puede aumentar la brecha entre los ciudadanos. Además, si los programas no son sostenibles a largo plazo, podrían colapsar y dejar a la población en una situación aún más precaria.

5. Corrupción y clientelismo. La promesa de beneficios económicos fáciles fomenta la corrupción y el clientelismo. Los políticos podrían usar estos programas para favorecer a sus seguidores o recibir sobornos a cambio de acceso a los beneficios.

Además de todo ello, este tipo de propuestas contribuyen a promover la cultura de la holgazanería, pues si papá gobierno resuelve la materialidad de la existencia misma ¿para qué esforzarse y trabajar? Amigos candidatos pregunto: ¿Luego quién va a emplearse para generar riqueza e impuestos y con ello darles a quienes estiren la mano? Si ya de por sí la perra es brava…

¿A quién no le gusta que le regalen dinero? Creo que la pregunta se contesta por sí misma. Ni siquiera hay que intentar una explicación a lo obvio. Sin embargo, hay que tener en cuenta la sabiduría de los viejos que siempre nos sentencia: Nada es gratis en este mundo. Absolutamente nada.

A colación debido a que, con muchísima tristeza, estamos viendo que los candidatos a puestos de elección popular, de todos colores y sabores, en esta que se clasifica como la contienda política más grande y costosa de la historia de México, se están desviviendo y desgarrando las vestiduras por ver quién promete regalar más dinero fácil a los votantes. Lejísimos quedaron aquéllas campañas donde, con un mínimo de decencia, los susodichos presentaban un pinchurriento plan de gobierno y se nos endilgaban juramentos de un futuro mejor basados en un programa o proyecto. Ahora no, todo es ofrecer y ofrecer que con estirar la mano será depositada en ella los recursos que satisfarán todas las felicidades terrenales.

Ofrecer beneficios económicos fáciles en campañas políticas es la idea más perversa y retrógrada que hubiese escuchado en mi existencia mundana:

1. Desincentiva la responsabilidad fiscal. Cuando los candidatos prometen beneficios económicos sin considerar su viabilidad financiera, pueden estar tentados a gastar más allá de los recursos disponibles. Esto podría llevar a un aumento en el endeudamiento público o a una mala gestión de los fondos gubernamentales.

2. Populismo irresponsable. Ofrecer beneficios económicos fáciles puede ser una táctica populista para ganar votos sin considerar las consecuencias a largo plazo. Los políticos pueden prometer cosas que no pueden cumplir solo para ganar popularidad, lo que debilita la confianza en el sistema político.

3. Impacto negativo en la economía. La implementación de beneficios económicos sin una base sólida puede afectar negativamente la economía. Por ejemplo, si se otorgan subsidios indiscriminadamente, podría haber una inflación descontrolada o un desequilibrio en las finanzas públicas.

4. Desigualdad y falta de sostenibilidad. Ofrecer beneficios económicos sin considerar la equidad y la sostenibilidad puede aumentar la brecha entre los ciudadanos. Además, si los programas no son sostenibles a largo plazo, podrían colapsar y dejar a la población en una situación aún más precaria.

5. Corrupción y clientelismo. La promesa de beneficios económicos fáciles fomenta la corrupción y el clientelismo. Los políticos podrían usar estos programas para favorecer a sus seguidores o recibir sobornos a cambio de acceso a los beneficios.

Además de todo ello, este tipo de propuestas contribuyen a promover la cultura de la holgazanería, pues si papá gobierno resuelve la materialidad de la existencia misma ¿para qué esforzarse y trabajar? Amigos candidatos pregunto: ¿Luego quién va a emplearse para generar riqueza e impuestos y con ello darles a quienes estiren la mano? Si ya de por sí la perra es brava…