/ lunes 13 de noviembre de 2023

Un presupuesto que deja a la deriva a México

El jueves pasado, la Cámara de Diputados aprobó el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) para el año 2024, un acto que define el rumbo financiero de nuestra nación. Este proceso legislativo contó con 266 votos a favor, 204 en contra y 1 abstención, reflejando una profunda división en torno a esta cuestión. Como legislador, quedé en desacuerdo con los resultados de la votación. El presupuesto aprobado tiene más sombras que luces, y hoy aquí destaco algunos puntos que explican por qué.

Para empezar, el presupuesto incluye un déficit presupuestario de 1.69 billones de pesos, lo que equivale a un 3.8% del Producto Interno Bruto (PIB) de México. Esta es una señal de alerta, ya que la acumulación de deuda pública sin precedentes debería ser motivo de preocupación. En lugar de priorizar una gestión fiscal responsable, las y los diputados de Morena, PT y Verde optaron por dejar deuda que pesará sobre las próximas generaciones.

Prioridades desacertadas

Uno de los aspectos más críticos es la falta de asignación de fondos en situaciones de urgencia. Me resulta incomprensible que, a pesar de los recientes desastres naturales que han afectado a nuestra nación, como el paso del Huracán “Otis” y la devastación en Acapulco, no se haya destinado un solo peso para la reconstrucción y el apoyo a los damnificados.

Este es un evidente desprecio por las comunidades que más necesitan nuestra ayuda. Igualmente alarmante es la omisión de asignar un presupuesto para apoyar a los estados que sufren las consecuencias de la sequía, entre ellos, el estado de Zacatecas. La sequía es una crisis que afecta a los agricultores, a las comunidades rurales y a la seguridad alimentaria. Ignorar esta realidad muestra una desconexión entre el presupuesto federal y las necesidades de los afectados.

Recortes críticos

Otra, es la drástica reducción al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). A pesar de su papel en la resolución de disputas electorales y la defensa de nuestros derechos político-electorales, este organismo verá su presupuesto recortado en un 31.2% en comparación con el presupuesto de las últimas elecciones de 2018, debilitando su capacidad para resolver controversias ante situaciones poco justas y equitativas.

La salud, una prioridad innegable, también se ve perjudicada por este presupuesto. A pesar de que en el período 2018-2024 el presupuesto de salud se mantuvo constante, este año se ha recortado en 122 mil millones de pesos. Este recorte tendrá un impacto perjudicial en todas las entidades de México, especialmente en un momento en que la pandemia de COVID-19 sigue siendo una amenaza.

Inversión relegada

El gasto en inversión representará solo el 12.2% del gasto neto total, y experimentará una reducción del 11.1% en comparación con el aprobado para 2023. Esto quiere decir que no se está dando prioridad al desarrollo de infraestructura y proyectos que impulsen el crecimiento económico.

El presupuesto es un claro ejemplo de un enfoque desacertado y descuidado. Lamento esta votación y exhorto una vez más a mis colegas a reconsiderar su impacto en las vidas de los ciudadanos que representamos. México merece un presupuesto que priorice sus necesidades y su futuro.

El jueves pasado, la Cámara de Diputados aprobó el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) para el año 2024, un acto que define el rumbo financiero de nuestra nación. Este proceso legislativo contó con 266 votos a favor, 204 en contra y 1 abstención, reflejando una profunda división en torno a esta cuestión. Como legislador, quedé en desacuerdo con los resultados de la votación. El presupuesto aprobado tiene más sombras que luces, y hoy aquí destaco algunos puntos que explican por qué.

Para empezar, el presupuesto incluye un déficit presupuestario de 1.69 billones de pesos, lo que equivale a un 3.8% del Producto Interno Bruto (PIB) de México. Esta es una señal de alerta, ya que la acumulación de deuda pública sin precedentes debería ser motivo de preocupación. En lugar de priorizar una gestión fiscal responsable, las y los diputados de Morena, PT y Verde optaron por dejar deuda que pesará sobre las próximas generaciones.

Prioridades desacertadas

Uno de los aspectos más críticos es la falta de asignación de fondos en situaciones de urgencia. Me resulta incomprensible que, a pesar de los recientes desastres naturales que han afectado a nuestra nación, como el paso del Huracán “Otis” y la devastación en Acapulco, no se haya destinado un solo peso para la reconstrucción y el apoyo a los damnificados.

Este es un evidente desprecio por las comunidades que más necesitan nuestra ayuda. Igualmente alarmante es la omisión de asignar un presupuesto para apoyar a los estados que sufren las consecuencias de la sequía, entre ellos, el estado de Zacatecas. La sequía es una crisis que afecta a los agricultores, a las comunidades rurales y a la seguridad alimentaria. Ignorar esta realidad muestra una desconexión entre el presupuesto federal y las necesidades de los afectados.

Recortes críticos

Otra, es la drástica reducción al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). A pesar de su papel en la resolución de disputas electorales y la defensa de nuestros derechos político-electorales, este organismo verá su presupuesto recortado en un 31.2% en comparación con el presupuesto de las últimas elecciones de 2018, debilitando su capacidad para resolver controversias ante situaciones poco justas y equitativas.

La salud, una prioridad innegable, también se ve perjudicada por este presupuesto. A pesar de que en el período 2018-2024 el presupuesto de salud se mantuvo constante, este año se ha recortado en 122 mil millones de pesos. Este recorte tendrá un impacto perjudicial en todas las entidades de México, especialmente en un momento en que la pandemia de COVID-19 sigue siendo una amenaza.

Inversión relegada

El gasto en inversión representará solo el 12.2% del gasto neto total, y experimentará una reducción del 11.1% en comparación con el aprobado para 2023. Esto quiere decir que no se está dando prioridad al desarrollo de infraestructura y proyectos que impulsen el crecimiento económico.

El presupuesto es un claro ejemplo de un enfoque desacertado y descuidado. Lamento esta votación y exhorto una vez más a mis colegas a reconsiderar su impacto en las vidas de los ciudadanos que representamos. México merece un presupuesto que priorice sus necesidades y su futuro.