La presencia de los candidatos presidenciales en escenarios como el de nuestro de Zacatecas, donde urge romper los círculos viciosos de la pobreza, del estancamiento económico, los rezagos turísticos y culturales, y de la amenazante violencia que reproduce ambientes de miedo e inseguridad, han de provocar se asuman decisiones, soluciones, ya no más promesas que nunca se cumplen ni esperanzas que jamás llegan. Por aquí han pasado Claudia Sheinbaum Pardo, Xóchitl Gálvez Ruiz y el zacatecano Jorge Álvarez Máynez, y como siempre sexenio a sexenio, nada pasa como cambio de la triste realidad del retroceso y en cambio, sí dejan una estela de dudas, escepticismo y desconfianza.
El hartazgo por los discursos electoreros llega al clímax, porque el ejercicio gubernamental no genera las condiciones de justicia, bienestar, certidumbre, ni siquiera sucede lo que escrupulosamente la Constitución establece; los políticos ahora candidatos, otra vez van a cumplir ambición y obsesión por el poder, pero los reclamos, las demandas y urgencias de la sociedad y ciudadanos, otra vez quedarán reducidas a meras aspiraciones, sueños e ilusiones que no se concretan, las metas no se cumplen y se repite la misma historia de hace décadas, que los problemas graves de México y Zacatecas siguen siendo la inseguridad, injusticia, desempleo, la desigualdad y la pobreza.
Por todos los horizontes, regiones, distritos y municipios del estado, un ejército de candidatos y candidatas que se dicen incansables e imparables para enfrentar las urgencias y necesidades del pueblo, van dejando una estela ya sombría de compromisos, ya no de promesas engañosas, según pregonan. Son 12 los partidos políticos en la contienda, 7 con registro nacional y 5 estatales o locales, y todos son el colectivo partidista en crisis permanente o inacabada, un reiterado y redundante accionar de estructuras, plataformas, programas, proyectos y ofertas que no logran consolidar la auténtica representación popular que la gente merece como gobiernos y legisladores.
Que juntos hacemos historia, que son la fuerza y corazón por México, que la esperanza los une, que son la fuerza por Zacatecas y México, que viene lo nuevo, que siga la transformación, un todo impresionante y espectacular de cánticos, gritos y expresiones que ya no impactan, no bastan y menos convencen, porque no muestran fórmulas realistas, estrategias viables ni soluciones efectivas para enfrentar y superar los problemas que son severos, alarmantes y críticos, y que por esa ausencia o vacíos e incumplimientos, es que los ciudadanos no son motivados ante las urnas a ejercer el voto libre y directo o el sufragio efectivo, porque no encuentran la mejor opción, todos son la peor.
Las expectativas hacia el domingo 2 de junio no son muy alentadoras, todos son lo mismo que a diario se exhibe como campañas o jornadas promocionales del voto y de los candidatos, no porque no haya movilización ante las urnas en las casillas electorales, sino porque no hay atractivos como figuras, perfiles o programas y proyectos que comparar y porque son propuestas sin evolución. Por eso la urgencia de que los candidatos se acerquen a la juventud, hombres y mujeres ahora más informados, críticos y movilizados para su adentros personales o colectivos, y con veracidad, autenticidad, y plena responsabilidad, les respondan con hechos más que con dichos ya muy gastados.