/ miércoles 8 de diciembre de 2021

Dilma y la revocación de mandato

“La posibilidad de revocación de mandato, que un presidente pueda preguntar al pueblo si debe continuar o parar, es un absoluto respeto a la gestión de la soberanía popular”, señaló en su reciente visita la ex Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff. Retomo este planteamiento porque la semana pasada tuve la oportunidad de coincidir con la ex Presidenta Rousseff en un foro, en el cual abordó este tema que es parte de nuestra agenda de debate público.

Lo primero es explicar el concepto: la revocación de mandato es el mecanismo que tenemos los ciudadanos para poder destituir a través de una votación a un servidor público, en este caso el Presidente de la República, antes de que concluya el periodo para el cual fue electo. Con esto en mente se puede decir que actualmente la disputa no está en el mecanismo de la revocación de mandato; la disputa está en el control político de la narrativa o, en otros términos, en la mercadotecnia para comunicar este ejercicio de democracia participativa. Para unos se trata de ratificar el mandato del Presidente de la República e implícitamente dotarlo de mayor legitimidad para el resto del sexenio; en el polo opuesto se encuentra la idea de revocar el mandato del Presidente para restarle legitimidad y poder y, en consecuencia, que deje el cargo. Pero en términos prácticos la ratificación o la revocación son dos caras de la misma moneda: la democracia participativa.

Más allá de esta disputa hay una certeza: los ciudadanos tenemos un nuevo mecanismo de participación pública para evaluar el ejercicio del gobierno.

Esta discusión también ha revelado el rechazo y la descalificación de algunos actores políticos y sus intelectuales contra la revocación de mandato. Por lo que considero relevante poner en perspectiva los argumentos con los que dichos actores políticos y sus intelectuales impulsaron en su momento la reelección legislativa y hoy descalifican la revocación de mandato.

Los argumentos con los que se impulsó la reelección legislativa fueron: 1) empoderar a los ciudadanos; 2) que los ciudadanos puedan premiar o castigar con su voto el desempeño de su representante popular; 3) fortalecer la rendición de cuentas y, 4) limitar el poder de las élites de los partidos políticos en la definición de las candidaturas para ocupar los cargos.

Si los leemos con detenimiento, se puede apreciar que hay argumentos similares detrás de la revocación de mandato: 1) tiene la finalidad de fomentar y fortalecer la participación de los ciudadanos; 2) evaluar el desempeño del Presidente de la República y, 3) es un mecanismo de rendición de cuentas. Todavía hay un elemento más fuerte que los argumentos anteriores: la reelección legisaltiva y la revocación de mandato son nuestros derechos políticos.

Por ello estimadas y estimados lectores, los invito a participar haciendo uso y ejercicio de estos derechos políticos que se han reconocido a lo largo de varios años de trabajo legislativo y discusión pública, con la finalidad de fortalecer nuestra democracia. ¡Participemos!

“La posibilidad de revocación de mandato, que un presidente pueda preguntar al pueblo si debe continuar o parar, es un absoluto respeto a la gestión de la soberanía popular”, señaló en su reciente visita la ex Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff. Retomo este planteamiento porque la semana pasada tuve la oportunidad de coincidir con la ex Presidenta Rousseff en un foro, en el cual abordó este tema que es parte de nuestra agenda de debate público.

Lo primero es explicar el concepto: la revocación de mandato es el mecanismo que tenemos los ciudadanos para poder destituir a través de una votación a un servidor público, en este caso el Presidente de la República, antes de que concluya el periodo para el cual fue electo. Con esto en mente se puede decir que actualmente la disputa no está en el mecanismo de la revocación de mandato; la disputa está en el control político de la narrativa o, en otros términos, en la mercadotecnia para comunicar este ejercicio de democracia participativa. Para unos se trata de ratificar el mandato del Presidente de la República e implícitamente dotarlo de mayor legitimidad para el resto del sexenio; en el polo opuesto se encuentra la idea de revocar el mandato del Presidente para restarle legitimidad y poder y, en consecuencia, que deje el cargo. Pero en términos prácticos la ratificación o la revocación son dos caras de la misma moneda: la democracia participativa.

Más allá de esta disputa hay una certeza: los ciudadanos tenemos un nuevo mecanismo de participación pública para evaluar el ejercicio del gobierno.

Esta discusión también ha revelado el rechazo y la descalificación de algunos actores políticos y sus intelectuales contra la revocación de mandato. Por lo que considero relevante poner en perspectiva los argumentos con los que dichos actores políticos y sus intelectuales impulsaron en su momento la reelección legislativa y hoy descalifican la revocación de mandato.

Los argumentos con los que se impulsó la reelección legislativa fueron: 1) empoderar a los ciudadanos; 2) que los ciudadanos puedan premiar o castigar con su voto el desempeño de su representante popular; 3) fortalecer la rendición de cuentas y, 4) limitar el poder de las élites de los partidos políticos en la definición de las candidaturas para ocupar los cargos.

Si los leemos con detenimiento, se puede apreciar que hay argumentos similares detrás de la revocación de mandato: 1) tiene la finalidad de fomentar y fortalecer la participación de los ciudadanos; 2) evaluar el desempeño del Presidente de la República y, 3) es un mecanismo de rendición de cuentas. Todavía hay un elemento más fuerte que los argumentos anteriores: la reelección legisaltiva y la revocación de mandato son nuestros derechos políticos.

Por ello estimadas y estimados lectores, los invito a participar haciendo uso y ejercicio de estos derechos políticos que se han reconocido a lo largo de varios años de trabajo legislativo y discusión pública, con la finalidad de fortalecer nuestra democracia. ¡Participemos!