/ miércoles 1 de junio de 2022

¿El fin de la era de la gasolina?

¿Qué pasaría si hoy nos informan que a partir de mañana se dejará de vender gasolina y diésel? Seguramente se generaría una situación social de caos e incertidumbre. La mayoría de los vehículos quedarían prácticamente inutilizables y, como consecuencia, se detendría el transporte de personas, alimentos y mercancías. Más allá de este escenario hipotético, vale la pena reflexionar sobre el petróleo y la gasolina.

Los países productores de petróleo y las compañías que lo refinan para vender combustibles tienen un gran poder y ejercen un control energético regional y global. Arabia Saudita, Estados Unidos y Rusia son los tres grandes productores de petróleo en el mundo. En el tema de producción de gas, Estados Unidos y Rusia son, a su vez, los dos más grandes productores en el mundo. Una parte del poder de estos países radica en que ponen las reglas del juego y deciden en qué momento aumentar o bajar la producción y a quién venden o no esta materia prima. Con estas decisiones dan certidumbre o desestabilizan al mundo entero.

Un ejemplo claro de lo anterior es la situación actual entre Rusia y la Unión Europea. Derivado de la guerra entre Ucrania y Rusia, éste último país decidió cerrar la llave del gas que suministra a los países europeos y además establecer que el pago por el gas ruso tiene que ser en rublos. Esta situación ha tenido como consecuencia el aumento del precio del barril de petróleo, de la gasolina y, con ello, un incremento también en las tasas de inflación.

El tema de la refinación no es muy diferente. Estados Unidos es el país con la mayor capacidad de refinación de petróleo en el mundo, le siguen China, Rusia, India y Corea. Como se puede observar, tres países concentran tanto la producción de petróleo como la capacidad de refinación. Así, surgen varias preguntas obligadas para el resto de los países: ¿Cómo pueden garantizar su seguridad energética si dependen de los grandes productores de petróleo y de los combustibles? ¿Esta es una de las razones por las cuales impulsan la transición energética? ¿Una alternativa a la gasolina es la electromovilidad? ¿La solución es que construyan sus propias refinerías? Sobre este último tema vale la pena apuntar un dato: se estima que al menos 83 nuevas refinerías iniciarán operaciones en el 2025. No olvidemos que las refinerías también se dedican a la producción petroquímica, la cual es fundamental para la industria textil y del vestido, la electrónica, los fertilizantes y la farmacéutica, por señalar algunas.

La transición energética se va a dar; sin embargo, no llegará ni al mismo tiempo ni de la misma forma a nuestras vidas. Por ello, los países deben tomar sus previsiones para garantizar su seguridad energética en tanto se consolida su transición hacia las energías renovables.

¿Qué pasaría si hoy nos informan que a partir de mañana se dejará de vender gasolina y diésel? Seguramente se generaría una situación social de caos e incertidumbre. La mayoría de los vehículos quedarían prácticamente inutilizables y, como consecuencia, se detendría el transporte de personas, alimentos y mercancías. Más allá de este escenario hipotético, vale la pena reflexionar sobre el petróleo y la gasolina.

Los países productores de petróleo y las compañías que lo refinan para vender combustibles tienen un gran poder y ejercen un control energético regional y global. Arabia Saudita, Estados Unidos y Rusia son los tres grandes productores de petróleo en el mundo. En el tema de producción de gas, Estados Unidos y Rusia son, a su vez, los dos más grandes productores en el mundo. Una parte del poder de estos países radica en que ponen las reglas del juego y deciden en qué momento aumentar o bajar la producción y a quién venden o no esta materia prima. Con estas decisiones dan certidumbre o desestabilizan al mundo entero.

Un ejemplo claro de lo anterior es la situación actual entre Rusia y la Unión Europea. Derivado de la guerra entre Ucrania y Rusia, éste último país decidió cerrar la llave del gas que suministra a los países europeos y además establecer que el pago por el gas ruso tiene que ser en rublos. Esta situación ha tenido como consecuencia el aumento del precio del barril de petróleo, de la gasolina y, con ello, un incremento también en las tasas de inflación.

El tema de la refinación no es muy diferente. Estados Unidos es el país con la mayor capacidad de refinación de petróleo en el mundo, le siguen China, Rusia, India y Corea. Como se puede observar, tres países concentran tanto la producción de petróleo como la capacidad de refinación. Así, surgen varias preguntas obligadas para el resto de los países: ¿Cómo pueden garantizar su seguridad energética si dependen de los grandes productores de petróleo y de los combustibles? ¿Esta es una de las razones por las cuales impulsan la transición energética? ¿Una alternativa a la gasolina es la electromovilidad? ¿La solución es que construyan sus propias refinerías? Sobre este último tema vale la pena apuntar un dato: se estima que al menos 83 nuevas refinerías iniciarán operaciones en el 2025. No olvidemos que las refinerías también se dedican a la producción petroquímica, la cual es fundamental para la industria textil y del vestido, la electrónica, los fertilizantes y la farmacéutica, por señalar algunas.

La transición energética se va a dar; sin embargo, no llegará ni al mismo tiempo ni de la misma forma a nuestras vidas. Por ello, los países deben tomar sus previsiones para garantizar su seguridad energética en tanto se consolida su transición hacia las energías renovables.