/ martes 10 de julio de 2018

El huracán“pejista”

De los integrantes al gabinete de AMLO no debemos preocuparnos demasiado por su futuro actuar gubernamental. Es decir, la mayoría de ellos tienen discurso cívico más o menos decantado y vergüenza republicana, cuando menos de acuerdo a su currículo, pues conforme al historial de cargos públicos declarado por ellas y ellos,al igual que lo que se refiere a losestudioscursados por ellos(as), son personas con nutridos niveles escolares. Y hasta donde recuerdo, del paso por la gestión pública de algunos(as) de ellas(os), éste ha sido sin incidentes y notas malas, es decir, no ruidoso y sin algo qué esconder.

Esto es, buena parte de los referidos(as) ciudadanos/as a los que estamos haciendo alusión ya tienen experiencia en el ámbito político público, aunque no recuerdo, en el momento en el que redacto estas líneas, si muy exitosa o no. Son, asimismo, como ya se apuntó –aunque conviene reiterarlo –personas que ya han ocupado cargos públicos de relieve en los sexenios pasados, es decir, que, presuntamente, de manera difícil se habrán de “marear” con el cargo. Cuando menos eso esperamos los integrantes de la vilipendiada población mexicana, hartos de la inseguridad pública y el desempleo creciente.

Y cuento algo de mi experiencia cercana con el contexto del desarrollo como político de AMLO, aunque no con él directamente, no obstante lo pequeño que era (y estimo sigue siendo) el crecimiento de la inscripción a la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, lugar en el que coincidimos, aunque no fuimos compañeros propiamente tales, AMLO y yo.

Así, conforme a lo que se menciona en la prensa (consúltese por ejemplo http://www.milenio.com/politica/amlo-el-primer-presidente-egresado-de-la-fcpys-de-la-unam 1/1) AMLO cursó la licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública, entre 1973 y 1976, es decir, los mismos años en los que yo estuve cursando la licenciatura en ese lugar, pero yo en el turno vespertino. No recuerdo de ese tiempo, reitero, el haberlo conocido, no obstante haber tenido otros dos compañeros tabasqueños, por cierto, cercanos amigos míos.

Fue en la misma Villahermosa, entre 1983 y 1986, que llegué a conocerlo, aunque de manera casual, estando él como presidente del PRI en el Estado de Tabasco, cargo que le otorgó el maestro Enrique González Pedrero, a la postre gobernador de esa entidad federativa, con cuyo equipo colaboré yo. Y sí, ciertamente, desde hace cerca de cuarenta años a AMLO se le tenía reconocido, en su misma tierra, por su acabada madera de líder político.

Algunos colaboradores de ese gobierno que no radicábamos en Tabasco, pero viajábamos con alguna regularidad a esa entidad federativa, nos comentaban, como hazañas épicas, los trabajos que realizaba en ese entonces AMLO, especialmente en su acercamiento con las comunidades indígenas de Tabasco, los chontales, personas con quienes convivía en un ámbito de calor extremo, insoportable para los más de nosotros que proveníamos de ámbitos habitacionales templados. En breve, AMLO tiene madera de, cuando menos, político que no se raja.


De los integrantes al gabinete de AMLO no debemos preocuparnos demasiado por su futuro actuar gubernamental. Es decir, la mayoría de ellos tienen discurso cívico más o menos decantado y vergüenza republicana, cuando menos de acuerdo a su currículo, pues conforme al historial de cargos públicos declarado por ellas y ellos,al igual que lo que se refiere a losestudioscursados por ellos(as), son personas con nutridos niveles escolares. Y hasta donde recuerdo, del paso por la gestión pública de algunos(as) de ellas(os), éste ha sido sin incidentes y notas malas, es decir, no ruidoso y sin algo qué esconder.

Esto es, buena parte de los referidos(as) ciudadanos/as a los que estamos haciendo alusión ya tienen experiencia en el ámbito político público, aunque no recuerdo, en el momento en el que redacto estas líneas, si muy exitosa o no. Son, asimismo, como ya se apuntó –aunque conviene reiterarlo –personas que ya han ocupado cargos públicos de relieve en los sexenios pasados, es decir, que, presuntamente, de manera difícil se habrán de “marear” con el cargo. Cuando menos eso esperamos los integrantes de la vilipendiada población mexicana, hartos de la inseguridad pública y el desempleo creciente.

Y cuento algo de mi experiencia cercana con el contexto del desarrollo como político de AMLO, aunque no con él directamente, no obstante lo pequeño que era (y estimo sigue siendo) el crecimiento de la inscripción a la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, lugar en el que coincidimos, aunque no fuimos compañeros propiamente tales, AMLO y yo.

Así, conforme a lo que se menciona en la prensa (consúltese por ejemplo http://www.milenio.com/politica/amlo-el-primer-presidente-egresado-de-la-fcpys-de-la-unam 1/1) AMLO cursó la licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública, entre 1973 y 1976, es decir, los mismos años en los que yo estuve cursando la licenciatura en ese lugar, pero yo en el turno vespertino. No recuerdo de ese tiempo, reitero, el haberlo conocido, no obstante haber tenido otros dos compañeros tabasqueños, por cierto, cercanos amigos míos.

Fue en la misma Villahermosa, entre 1983 y 1986, que llegué a conocerlo, aunque de manera casual, estando él como presidente del PRI en el Estado de Tabasco, cargo que le otorgó el maestro Enrique González Pedrero, a la postre gobernador de esa entidad federativa, con cuyo equipo colaboré yo. Y sí, ciertamente, desde hace cerca de cuarenta años a AMLO se le tenía reconocido, en su misma tierra, por su acabada madera de líder político.

Algunos colaboradores de ese gobierno que no radicábamos en Tabasco, pero viajábamos con alguna regularidad a esa entidad federativa, nos comentaban, como hazañas épicas, los trabajos que realizaba en ese entonces AMLO, especialmente en su acercamiento con las comunidades indígenas de Tabasco, los chontales, personas con quienes convivía en un ámbito de calor extremo, insoportable para los más de nosotros que proveníamos de ámbitos habitacionales templados. En breve, AMLO tiene madera de, cuando menos, político que no se raja.