El compromiso compartido de sociedad y gobierno, debe ser constante para fortalecer los valores y se vea reflejado en el cotidiano actuar de las personas, quienes consecuentemente estarán favoreciendo el desarrollo de buenos gobiernos y una mejor sociedad. Indiscutiblemente que es complejo, pero no imposible que se pueda armonizar en el entorno social que ha estado desatendido desde la célula principal que es la familia.
Es oportuno ser reiterativos en estos temas que preocupan a un amplio sector, pues resulta no solo necesario, sino de fundamental importancia promover los valores desde el seno familiar que es la base de la sociedad, pues se tiene la certeza que las sociedades que cuentan con la cultura de preservar y aplicar en su vida diaria los valores, tienen bien establecidos los alcances y límites de todas y cada una de sus acciones.
Consecuentemente, si se logra tener más valores humanos se tendrá por lo tanto una mejor sociedad, de tal manera, que es necesario se trabaje en ese sentido, inculcando y promoviendo una cultura del respeto y otras cualidades que tienen que ver con el crecimiento personal, con el trabajo y las relaciones interpersonales. Así pues, lo que sucede en nuestro entorno es responsabilidad compartida y no solo del gobierno, todos juntos habremos de formar buenos ciudadanos.
Fortaleciendo la educación cívica y ética en las escuelas primarias y secundarias públicas, se puede lograr un cambio y un significativo avance, para generar resultados favorables en la construcción de ciudadanía, lo importante es darle un peso estratégico dentro de los planes y programas, empezando con la transformación de las formas de interactuar cotidianamente en las aulas.
Porque, la educación cívica, no es un conjunto de saberes teóricos acerca de la convivencia en sociedad, es principalmente un proceso de construcción de los sujetos en una comunidad, vinculados por valores de reciprocidad, tales como el respeto a los derechos humanos, el compromiso cívico, la responsabilidad ética, la libertad y un sentido de solidaridad (Rosanvallon,1999).
De tal forma que, los esfuerzos educativos orientados a la consecución de la formación ciudadana, como sucede con el programa de la asignatura de Formación Cívica y Ética de la SEP, resultan valiosos pero no suficientes para transformar nuestra cultura. Una revisión de sus contenidos, específicamente el de “ciudadanía”, parece indispensable.
Es conveniente que se siga fomentando y trabajando en la promoción de los valores, para que se frene el acelerado avance de descomposición que está padeciendo la sociedad. Acompañando este esfuerzo de planes y estrategias de desarrollo integral con impulso del desarrollo social y económico, para alcanzar el objetivo de contar con una mejor sociedad comprometida con los valores fundamentales del ser humano.