/ martes 15 de mayo de 2018

Los 10 compromisos de AMLO para la educación

Que recuerde, en mi trayectoria laboral –he estado trabajando para la educación pública durante más de 40 años –los más de los compromisos gubernamentales de los 10 que ha propuesto de manera reciente Andrés Manuel López Obrador, ya han sido no sólo planteados de alguna manera,sino llevados, de forma generalmente malograda, en la práctica. Es previsible, por ejemplo, que, si se da un estipendio monetario a los estudiantes de preparatoria, esto traerá como consecuencia una especie de negocio para muchos. Quizás mejor,se deba dar pases para camiones, regalar útiles escolares o bonos para que los usen en tiendas, o, como ocurre en algunas escuelas, haya comedores estudiantiles para saciar el hambre de los estudiantes pobres.

No creo, por otra parte, que en la educación media superior y superior, la deserción se puedesólo atenuar con profesores(as) calificados, con conocimientos atractivos para los estudiantes. En este rubro me ha tocado ver incluso la eficacia de varios psicólogos, quienes a través de entrevistas con desertores logran atenuar el fenómeno del abandono escolar, o, todavía mejor: logranhacer regresar a los desertores a espacios escolares.

Describo mi propia agria experiencia, por ejemplo, con la física. En secundaria y en preparatoria jamás entendí bien a bien lo que querían enseñar los profesores, los dos que tuve, uno en secundaria y otro en preparatoria. Vale decir que manejé por esos tiempos como excusa por mi muy deficiente desempeño en esas materias, la escasa calidad de los profesores que tuve, porque siquiera llegue a comprender su retórica didáctica.

Tuve luego un compañero de trabajo, ya habiendo concluido mi paso como alumno de las universidades, físico él, con un dominio didáctico impresionante de la materia, que me hizo comprender, de manera clara en extremo, varias de las teorías más abstrusas de la física. Luego, uno de mis hijos, también él físico, me resuelve mis dudas sobre la materia, las cuales, afortunadamente no son muy frecuentes, pues me cuesta trabajo, sí, entender la complejidad de esa disciplina.

La conclusión principal que he extraído de esas experiencias difíciles para mí, es que con profesores preparados se puede no sólo atenuar la deserción, sino fundamentalmente preparar bien a nuestros estudiantes.

¡Qué bueno que se establezcan estímulos para los profesores(as) cuyos grupos tengan buen desempeño en las pruebas que se instituyan para evaluar los aprendizajes!Pero que los estímulos que se proporcionen a los profesores sean en ese tenor verdaderamente efectivos, es decir conforme a los resultados de las pruebas que se pongan para evaluar a los estudiantes.

O, dicho de otra forma: que la evaluación a las(os) profesoras(es) se haga a través de los rendimientos de los alumnos. Así de simple: si los alumnos en pruebas estandarizadas demuestran conocimiento adquirido y competencias logradas en las materias que se estén examinando, pues adelante con los estímulos para los profesores. Pero que los estímulos no se conviertan en un mercado, en un trafique de calificaciones.


Que recuerde, en mi trayectoria laboral –he estado trabajando para la educación pública durante más de 40 años –los más de los compromisos gubernamentales de los 10 que ha propuesto de manera reciente Andrés Manuel López Obrador, ya han sido no sólo planteados de alguna manera,sino llevados, de forma generalmente malograda, en la práctica. Es previsible, por ejemplo, que, si se da un estipendio monetario a los estudiantes de preparatoria, esto traerá como consecuencia una especie de negocio para muchos. Quizás mejor,se deba dar pases para camiones, regalar útiles escolares o bonos para que los usen en tiendas, o, como ocurre en algunas escuelas, haya comedores estudiantiles para saciar el hambre de los estudiantes pobres.

No creo, por otra parte, que en la educación media superior y superior, la deserción se puedesólo atenuar con profesores(as) calificados, con conocimientos atractivos para los estudiantes. En este rubro me ha tocado ver incluso la eficacia de varios psicólogos, quienes a través de entrevistas con desertores logran atenuar el fenómeno del abandono escolar, o, todavía mejor: logranhacer regresar a los desertores a espacios escolares.

Describo mi propia agria experiencia, por ejemplo, con la física. En secundaria y en preparatoria jamás entendí bien a bien lo que querían enseñar los profesores, los dos que tuve, uno en secundaria y otro en preparatoria. Vale decir que manejé por esos tiempos como excusa por mi muy deficiente desempeño en esas materias, la escasa calidad de los profesores que tuve, porque siquiera llegue a comprender su retórica didáctica.

Tuve luego un compañero de trabajo, ya habiendo concluido mi paso como alumno de las universidades, físico él, con un dominio didáctico impresionante de la materia, que me hizo comprender, de manera clara en extremo, varias de las teorías más abstrusas de la física. Luego, uno de mis hijos, también él físico, me resuelve mis dudas sobre la materia, las cuales, afortunadamente no son muy frecuentes, pues me cuesta trabajo, sí, entender la complejidad de esa disciplina.

La conclusión principal que he extraído de esas experiencias difíciles para mí, es que con profesores preparados se puede no sólo atenuar la deserción, sino fundamentalmente preparar bien a nuestros estudiantes.

¡Qué bueno que se establezcan estímulos para los profesores(as) cuyos grupos tengan buen desempeño en las pruebas que se instituyan para evaluar los aprendizajes!Pero que los estímulos que se proporcionen a los profesores sean en ese tenor verdaderamente efectivos, es decir conforme a los resultados de las pruebas que se pongan para evaluar a los estudiantes.

O, dicho de otra forma: que la evaluación a las(os) profesoras(es) se haga a través de los rendimientos de los alumnos. Así de simple: si los alumnos en pruebas estandarizadas demuestran conocimiento adquirido y competencias logradas en las materias que se estén examinando, pues adelante con los estímulos para los profesores. Pero que los estímulos no se conviertan en un mercado, en un trafique de calificaciones.