/ martes 12 de mayo de 2020

Problemas vecinales

Muy probablemente, quien me dispense la lectura de estas líneas me concederá la razón. Se trata de lo siguiente: por mi vecindario se está construyendo una casa habitación y, como es frecuente, a los albañiles se les da manga ancha (o ellos mismos se la toman) para que hagan con los vecinos de la obra que están construyendo lo que les venga en gana, especialmente con el estéreo o radio de alto volumen de los albañiles. En efecto, me ha tocado varias veces estar en esa situación de víctima, incluidos los integrantes de mi familia y vecinos que habitamos en el barrio.

Y el problema no son los gritos y mentadas con rezongos que lanzan los trabajadores de las obras a cada instante y con voz sonora, sino sobre todo lo ruidoso de sus aparatos de sonido, que sin falta traen consigo.

Acude uno, entonces, con humildad y gentileza a los albañiles que tienen su aparato de sonido encendido y con volumen alto, a solicitarles de manera afable que le bajen en todo lo posible el sonido de su aparato, y sí en definitiva a veces acceden, con generalmente cara de desagrado, a bajarle un tanto a su volumen.

Pero luego los demás albañiles protestan porque no alcanzan a escuchar su ruidosa música, pues se encuentran en otra parte de la obra, y en cuanto uno regresa a casa con la esperanza de que va a poder concentrarse para escribir o platicar con la familia, de inmediato le suben al volumen a más todavía de como lo tenían.

Posiblemente los trabajadores de la construcción expresen: “por andar ese tipo de ‘quejoso’, ahora se ‘aguanta’”. Y uno acude al reglamento municipal que está a la mano (lo puede uno bajar del sitio de Internet de las administraciones municipales, cuando menos los de Zacatecas y Guadalupe) y sí, ahí está claramente establecido que ni los habitantes –ni por supuesto los albañiles, de estos municipios pueden, ni deben –tener encendidos con volumen aturdidor sus aparatos de sonido porque suscitan molestias a los vecinos.

No sé si ya exista, pero creo que en el mismo permiso de construcción debe quedar claramente establecido que estará prohibido tener en volumen alto los aparatos de sonido en horas de trabajo en la construcción.

El hecho es que los ciudadanos comunes, como uno, estamos expuestos a la voluntad de otros de que originen el ruido que quieran. ¿Y las autoridades? Pues bien, a veces acuden cuando uno les llama y convocan al respeto por los otros vecinos a los ruidosos, pero no siempre, no obstante ser obligación puntual de los agentes policiacos que se cumpla con lo establecido en el reglamento municipal correspondiente.

Muy probablemente, quien me dispense la lectura de estas líneas me concederá la razón. Se trata de lo siguiente: por mi vecindario se está construyendo una casa habitación y, como es frecuente, a los albañiles se les da manga ancha (o ellos mismos se la toman) para que hagan con los vecinos de la obra que están construyendo lo que les venga en gana, especialmente con el estéreo o radio de alto volumen de los albañiles. En efecto, me ha tocado varias veces estar en esa situación de víctima, incluidos los integrantes de mi familia y vecinos que habitamos en el barrio.

Y el problema no son los gritos y mentadas con rezongos que lanzan los trabajadores de las obras a cada instante y con voz sonora, sino sobre todo lo ruidoso de sus aparatos de sonido, que sin falta traen consigo.

Acude uno, entonces, con humildad y gentileza a los albañiles que tienen su aparato de sonido encendido y con volumen alto, a solicitarles de manera afable que le bajen en todo lo posible el sonido de su aparato, y sí en definitiva a veces acceden, con generalmente cara de desagrado, a bajarle un tanto a su volumen.

Pero luego los demás albañiles protestan porque no alcanzan a escuchar su ruidosa música, pues se encuentran en otra parte de la obra, y en cuanto uno regresa a casa con la esperanza de que va a poder concentrarse para escribir o platicar con la familia, de inmediato le suben al volumen a más todavía de como lo tenían.

Posiblemente los trabajadores de la construcción expresen: “por andar ese tipo de ‘quejoso’, ahora se ‘aguanta’”. Y uno acude al reglamento municipal que está a la mano (lo puede uno bajar del sitio de Internet de las administraciones municipales, cuando menos los de Zacatecas y Guadalupe) y sí, ahí está claramente establecido que ni los habitantes –ni por supuesto los albañiles, de estos municipios pueden, ni deben –tener encendidos con volumen aturdidor sus aparatos de sonido porque suscitan molestias a los vecinos.

No sé si ya exista, pero creo que en el mismo permiso de construcción debe quedar claramente establecido que estará prohibido tener en volumen alto los aparatos de sonido en horas de trabajo en la construcción.

El hecho es que los ciudadanos comunes, como uno, estamos expuestos a la voluntad de otros de que originen el ruido que quieran. ¿Y las autoridades? Pues bien, a veces acuden cuando uno les llama y convocan al respeto por los otros vecinos a los ruidosos, pero no siempre, no obstante ser obligación puntual de los agentes policiacos que se cumpla con lo establecido en el reglamento municipal correspondiente.