/ miércoles 4 de mayo de 2022

Twitter y Elon Musk

Elon Musk -el multimillonario cofundador de de los automóviles eléctricos Tesla, la empresa aeroespecial SpaceX, así como de Neuralink y The Boring Company- anunció la semana pasada que había llegado a un acuerdo para comprar la red social Twitter. Una noticia que ha ocupado las planas de diversos periódicos y ha sido comentada ampliamente en la misma red social. Además, esta noticia ha abierto un debate sobre la libertad de expresión.

Antes de concretarse la compra total de la red social, Musk era el principal accionista de Twitter al poseer el 9% de las acciones. Primero planteó incorporase como miembro de la junta directiva de la red social. Días después lanzó su oferta para comprar toda la compañía y retirarla de la Bolsa de Valores y convertirla en una empresa privada. Finalmente, llegaron a un acuerdo y la operación fue aprobada el pasado 25 de abril por un valor de 44 mil millones de dólares.

Tras el anuncio, Elon Musk publicó en su cuenta de Twitter que la libertad de expresión es la base de una democracia funcional y que quiere mejorar a esta red social con nuevas funciones, haciendo que los algoritmos sean de código abierto para incrementar la confianza, derrotando a los bots y promoviendo la identificación de todos los humanos. Para Elon Musk libertad de expresión significa simplemente coincidir con ley y añade que está en contra de la censura.

Sin duda alguna, las redes sociales han revolucionado la forma en que nos comunicamos, conectamos e interactuamos día con día. Twitter es una gran caja de resonancia en la que se puede opinar libremente y dónde nuestras ideas encuentran eco con las ideas de otras personas. La red social ha propiciado el debate político; la difusión instantánea y veloz de la información; incluso hay pensadores que consideran a las redes sociales como detonadores y profundizadores de la democracia. Ahí están los casos de la Primavera Árabe o el movimiento global Occupy.

Sin embargo, también hay que reconocer que conforme pasaron los años Twitter se convirtió en el espacio idóneo para la propagación de noticias falsas o engañosas, para el ataque y la descalificación a quien piensa diferente; se utilizan bots para inflar ciertos temas o para orientar la discusión pública hacia algún ángulo en específico. Conectar e interactuar con amigos o conocidos dejó de ser lo central para dar paso ahora a lo viral: las publicaciones que se difunden velozmente, alcanza un pico de fama y posteriormente se extingue o pierde entre millones y millones de publicaciones.

Algunas de las preguntas que se pueden plantear son: ¿Cuál es el interés real de Elon Musk al comprar Twitter y tener acceso a una inmensa base de datos? ¿Las empresas privadas pueden decidir quién o quiénes son válidos para opinar e influir en el debate público? ¿Cuáles son los parámetros para regular las redes sociales?

El debate está abierto.

Elon Musk -el multimillonario cofundador de de los automóviles eléctricos Tesla, la empresa aeroespecial SpaceX, así como de Neuralink y The Boring Company- anunció la semana pasada que había llegado a un acuerdo para comprar la red social Twitter. Una noticia que ha ocupado las planas de diversos periódicos y ha sido comentada ampliamente en la misma red social. Además, esta noticia ha abierto un debate sobre la libertad de expresión.

Antes de concretarse la compra total de la red social, Musk era el principal accionista de Twitter al poseer el 9% de las acciones. Primero planteó incorporase como miembro de la junta directiva de la red social. Días después lanzó su oferta para comprar toda la compañía y retirarla de la Bolsa de Valores y convertirla en una empresa privada. Finalmente, llegaron a un acuerdo y la operación fue aprobada el pasado 25 de abril por un valor de 44 mil millones de dólares.

Tras el anuncio, Elon Musk publicó en su cuenta de Twitter que la libertad de expresión es la base de una democracia funcional y que quiere mejorar a esta red social con nuevas funciones, haciendo que los algoritmos sean de código abierto para incrementar la confianza, derrotando a los bots y promoviendo la identificación de todos los humanos. Para Elon Musk libertad de expresión significa simplemente coincidir con ley y añade que está en contra de la censura.

Sin duda alguna, las redes sociales han revolucionado la forma en que nos comunicamos, conectamos e interactuamos día con día. Twitter es una gran caja de resonancia en la que se puede opinar libremente y dónde nuestras ideas encuentran eco con las ideas de otras personas. La red social ha propiciado el debate político; la difusión instantánea y veloz de la información; incluso hay pensadores que consideran a las redes sociales como detonadores y profundizadores de la democracia. Ahí están los casos de la Primavera Árabe o el movimiento global Occupy.

Sin embargo, también hay que reconocer que conforme pasaron los años Twitter se convirtió en el espacio idóneo para la propagación de noticias falsas o engañosas, para el ataque y la descalificación a quien piensa diferente; se utilizan bots para inflar ciertos temas o para orientar la discusión pública hacia algún ángulo en específico. Conectar e interactuar con amigos o conocidos dejó de ser lo central para dar paso ahora a lo viral: las publicaciones que se difunden velozmente, alcanza un pico de fama y posteriormente se extingue o pierde entre millones y millones de publicaciones.

Algunas de las preguntas que se pueden plantear son: ¿Cuál es el interés real de Elon Musk al comprar Twitter y tener acceso a una inmensa base de datos? ¿Las empresas privadas pueden decidir quién o quiénes son válidos para opinar e influir en el debate público? ¿Cuáles son los parámetros para regular las redes sociales?

El debate está abierto.