Una mujer, un teléfono descolgado, una víctima, una niña que llora sentada encima de su madre, un rostro desfigurado y sollozos. La escena de nuevo es la misma. Encendemos la televisión y observamos que la Violencia de Género ha entrado en nuestros hogares, sigilosa, sin que nos demos cuenta de su presencia. Mientras la sociedad calla, la violencia se empodera y la igualdad se resiente.
La Violencia de Género se siente como algo gelatinoso, que se pega en nuestra piel y que se resiste a abandonarnos. Intenta instaurarse en nosotros. Algunos llegan que son cosas de estadísticas, de algún loco al que se le ha ido la cabeza.
La violencia contra las mujeres es la manifestación más cruel de la desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres. Se trata de una violencia de naturaleza estructural que se dirige contra la mujer por el mismo hecho de serlo. Esta violencia menoscaba el disfrute de sus derechos humanos y libertades fundamentales y es un obstáculo para la plena realización de la igualdad entre mujeres y hombres.