Una desmesurada dedicación a las redes sociales o a los chats puede desembocar en una grave dependencia.
Impulsadas por la revolución tecnológica, las sociedades modernas se están haciendo cada vez más dependientes de las pantallas digitales. Las actividades económicas, laborables, educativas y familiares no se conciben hoy en día sin los teléfonos móviles, las tabletas, las consolas de videojuegos o la televisión. Estos artilugios han entrado a formar parte de la rutina, especialmente para los niños, que desde prácticamente su nacimiento viven conectados a los dispositivos móviles.
Pero estar sometidos a un excesivo tiempo de exposición ante los contenidos que albergan estas pantallas puede tener efectos perniciosos sobre su desarrollo cognitivo, como acaba de verificar un ambicioso trabajo realizado por investigadores canadienses. Lo que durante mucho tiempo ha sido objeto de mera sospecha parece ahora comprobado: existe una correlación directa entre el uso de los dispositivos móviles por parte de los menores y su maduración intelectual. Se podría decir que, paradójicamente, los teléfonos inteligentes no hacen más listos a los niños que los utilizan.