/ jueves 28 de abril de 2022

Cardenal Javier Lozano Barragán

Como seguramente se habrán dado cuenta por la amplia cobertura que ha tenido en los medios de comunicación, el pasado 20 de abril murió en Roma el Cardenal Javier Lozano Barragán a quien recordamos con aprecio por haber sido obispo de Zacatecas, dejando una profunda huella entre nosotros. Siempre lo tendremos presente por su liderazgo y gestiones para que san Juan Pablo II visitara Zacatecas aquél histórico 12 de mayo de 1990.

El 15 de agosto de 1979 fue consagrado obispo auxiliar de la Arquidiócesis de México; el 28 de octubre de 1984 nombrado obispo de Zacatecas; el 31 de octubre de 1996 llamado a Roma por Juan Pablo II como presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Agentes Sanitarios y creado cardenal el 21 de octubre del 2003. También trabajó cerca de Benedicto XVI y con el Papa Francisco tenía una gran amistad desde hace muchos años. Cinco días antes de morir el Papa lo visitó en su casa, como lo había hecho en otras ocasiones, para saludar por última vez en esta tierra a su querido amigo.

Destacaba su carácter recio y diría espíritu combativo. Creía que la defensa de la fe en el mundo actual era parte de su labor pastoral. Tenía convicciones firmes y no le gustaban las ambigüedades, lo cual no siempre era bien visto por todos.

En Zacatecas impulsó el diálogo con diversos sectores de la sociedad y la cultura, algunos de ellos tradicionalmente alejados de la Iglesia. Su sólida formación y capacidad intelectual le permitían ser un interlocutor valiente y dispuesto a hablar con todos, de manera especial con los medios de comunicación, ya que conocía el poder de la palabra y la necesidad de difundir el mensaje del Evangelio.

Su lema episcopal era «Testis resurrectionis», es decir, testigo de la resurrección. Podemos decir que esta convicción permeaba toda su vida, ya que estaba convencido de que, a pesar del mal que hay en el mundo, Dios es siempre más fuerte. Vivía conforme a la certeza de que Jesús el Resucitado es quien tiene la última palabra, pues el bien siempre vence al mal.

En muchas ocasiones dijo que Zacatecas estaba muy metido en su corazón y que recordaba sus años entre nosotros como unos de los mejores de su vida. La última vez que nos visitó fue en septiembre del 2019. Su alegría por estar nuevamente en Zacatecas era palpable. Muchas personas tuvieron oportunidad de saludarlo y mostrarle el cariño y respeto que sembró en sus corazones. Hoy le agradecemos a Dios por este insigne pastor que tuvo nuestra Diócesis y le pedimos que lo tenga ya gozando de su presencia. ¡Gracias!

Como seguramente se habrán dado cuenta por la amplia cobertura que ha tenido en los medios de comunicación, el pasado 20 de abril murió en Roma el Cardenal Javier Lozano Barragán a quien recordamos con aprecio por haber sido obispo de Zacatecas, dejando una profunda huella entre nosotros. Siempre lo tendremos presente por su liderazgo y gestiones para que san Juan Pablo II visitara Zacatecas aquél histórico 12 de mayo de 1990.

El 15 de agosto de 1979 fue consagrado obispo auxiliar de la Arquidiócesis de México; el 28 de octubre de 1984 nombrado obispo de Zacatecas; el 31 de octubre de 1996 llamado a Roma por Juan Pablo II como presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Agentes Sanitarios y creado cardenal el 21 de octubre del 2003. También trabajó cerca de Benedicto XVI y con el Papa Francisco tenía una gran amistad desde hace muchos años. Cinco días antes de morir el Papa lo visitó en su casa, como lo había hecho en otras ocasiones, para saludar por última vez en esta tierra a su querido amigo.

Destacaba su carácter recio y diría espíritu combativo. Creía que la defensa de la fe en el mundo actual era parte de su labor pastoral. Tenía convicciones firmes y no le gustaban las ambigüedades, lo cual no siempre era bien visto por todos.

En Zacatecas impulsó el diálogo con diversos sectores de la sociedad y la cultura, algunos de ellos tradicionalmente alejados de la Iglesia. Su sólida formación y capacidad intelectual le permitían ser un interlocutor valiente y dispuesto a hablar con todos, de manera especial con los medios de comunicación, ya que conocía el poder de la palabra y la necesidad de difundir el mensaje del Evangelio.

Su lema episcopal era «Testis resurrectionis», es decir, testigo de la resurrección. Podemos decir que esta convicción permeaba toda su vida, ya que estaba convencido de que, a pesar del mal que hay en el mundo, Dios es siempre más fuerte. Vivía conforme a la certeza de que Jesús el Resucitado es quien tiene la última palabra, pues el bien siempre vence al mal.

En muchas ocasiones dijo que Zacatecas estaba muy metido en su corazón y que recordaba sus años entre nosotros como unos de los mejores de su vida. La última vez que nos visitó fue en septiembre del 2019. Su alegría por estar nuevamente en Zacatecas era palpable. Muchas personas tuvieron oportunidad de saludarlo y mostrarle el cariño y respeto que sembró en sus corazones. Hoy le agradecemos a Dios por este insigne pastor que tuvo nuestra Diócesis y le pedimos que lo tenga ya gozando de su presencia. ¡Gracias!