/ sábado 12 de febrero de 2022

El mes del amor

Reconozco que el título de este artículo parece, o más bien, es el eslogan utilizado casi siempre para promocionar la venta de regalos entre enamorados. El amor y la amistad son algo tan importante en nuestras vidas, que no se agotan en una celebración anual a veces más o menos superficial.

Solo puede amar realmente quien es libre, pues amar supone ser capaces de elegir a quién queremos amar. Una persona dominada por los vicios, las tentaciones y en especial el egoísmo, encuentra difícil amar a los demás, pero también hay un sano amor propio, ya que es complicado amar si no me cuido y me considero valioso.

Sin embargo, cuando solo yo soy el centro de atención de mi vida, hay poco espacio para el amor a los demás. Nos puede pasar que creemos amar a alguien cuando en realidad lo que amamos es la sensación de bienestar que nos brinda estar con esa persona. Por eso a veces las relaciones humanas se vuelven intercambiables y frívolas.

Amar quiere decir también capacidad de sacrificio por las personas. Implica generosidad para buscar no solo mi bien, sino sobre todo el de los demás. El que ama quiere cosas buenas para las personas amadas. Uno de los ejemplos más bonitos son las mamás. Siempre dispuestas a hacer el bien a sus hijos y a perdonar sus errores.

Ser libre para amar no significa que basta amar para que ese amor sea bueno. Hoy hemos desdibujado la línea que distingue el bien del mal. Todo debe ser «a la carta» según el propio capricho. Incluso parece que se ha perdido el derecho y diría la obligación, de hablar de lo que está bien y lo que está mal sin miedo a ser señalado, pues también el amor tiene sus normas, aunque suene pasado de moda.

Así como el fútbol requiere aprendizaje y práctica, también es necesario educar para amar bien y no de una manera egoísta. El amor se aprende, no tanto como una teoría, sino particularmente al estar rodeados de personas que nos aman, sin llegar a confundir amar con malcriar, como hoy no pocas veces sucede.

¡Qué aburrida sería la vida sin la posibilidad de amar! En el sentido amplio de la palabra y no solo a una pareja. Y asimismo, ¡qué difícil cuando no amamos bien porque somos egoístas! Dios es amor (cfr. 1 Jn 4, 16) dice San Juan, y estar cerca de Él es lo que nos permite amar bien a los demás. Por eso estemos atentos, porque estar cerca de Dios y creer que estamos cerca de Él no es lo mismo y cualquiera nos podemos engañar. ¡Gracias!

Reconozco que el título de este artículo parece, o más bien, es el eslogan utilizado casi siempre para promocionar la venta de regalos entre enamorados. El amor y la amistad son algo tan importante en nuestras vidas, que no se agotan en una celebración anual a veces más o menos superficial.

Solo puede amar realmente quien es libre, pues amar supone ser capaces de elegir a quién queremos amar. Una persona dominada por los vicios, las tentaciones y en especial el egoísmo, encuentra difícil amar a los demás, pero también hay un sano amor propio, ya que es complicado amar si no me cuido y me considero valioso.

Sin embargo, cuando solo yo soy el centro de atención de mi vida, hay poco espacio para el amor a los demás. Nos puede pasar que creemos amar a alguien cuando en realidad lo que amamos es la sensación de bienestar que nos brinda estar con esa persona. Por eso a veces las relaciones humanas se vuelven intercambiables y frívolas.

Amar quiere decir también capacidad de sacrificio por las personas. Implica generosidad para buscar no solo mi bien, sino sobre todo el de los demás. El que ama quiere cosas buenas para las personas amadas. Uno de los ejemplos más bonitos son las mamás. Siempre dispuestas a hacer el bien a sus hijos y a perdonar sus errores.

Ser libre para amar no significa que basta amar para que ese amor sea bueno. Hoy hemos desdibujado la línea que distingue el bien del mal. Todo debe ser «a la carta» según el propio capricho. Incluso parece que se ha perdido el derecho y diría la obligación, de hablar de lo que está bien y lo que está mal sin miedo a ser señalado, pues también el amor tiene sus normas, aunque suene pasado de moda.

Así como el fútbol requiere aprendizaje y práctica, también es necesario educar para amar bien y no de una manera egoísta. El amor se aprende, no tanto como una teoría, sino particularmente al estar rodeados de personas que nos aman, sin llegar a confundir amar con malcriar, como hoy no pocas veces sucede.

¡Qué aburrida sería la vida sin la posibilidad de amar! En el sentido amplio de la palabra y no solo a una pareja. Y asimismo, ¡qué difícil cuando no amamos bien porque somos egoístas! Dios es amor (cfr. 1 Jn 4, 16) dice San Juan, y estar cerca de Él es lo que nos permite amar bien a los demás. Por eso estemos atentos, porque estar cerca de Dios y creer que estamos cerca de Él no es lo mismo y cualquiera nos podemos engañar. ¡Gracias!