/ sábado 2 de abril de 2022

La Cuaresma: preparar el corazón

Está muy difundida la idea de hacer algún sacrificio durante la Cuaresma para vivirla bien. Algunos dejan de tomar alcohol, sobre todo si normalmente son muy aficionados, pues en caso contrario no tendría mucho sentido dejar de hacerlo. Otros evitan fumar o comer algo que les gusta mucho. He conocido también quien se deja la barba e incluso quienes se alimentan solo con pan y agua toda la Cuaresma, aunque parezca difícil.

Este tipo de sacrificios tiene su importancia, siempre y cuando no se pierda de vista lo esencial. El cambio que sobre todo se nos pide es el del corazón, no tanto el de nuestras costumbres relacionadas con lo que comemos y bebemos. Es decir, el error sería pensar que solo haciendo un sacrificio de este tipo se vive bien la Cuaresma, sin restarle mérito a que se haga.

Todo lo recomendado por la Iglesia para vivir este tiempo como la oración, el compartir nuestras cosas y nuestro tiempo, el ayuno y los sacrificios como de los que hemos hablado, debe estar encaminado a tener un corazón que ame más a Dios y a los demás. Esto se escucha «muy bonito», pero amar a los demás en concreto, con sus virtudes y defectos y sobre todo con sus defectos, no siempre es sencillo y para todos es más fácil decirlo que hacerlo, pero ahí está la conversión del corazón a la que se nos invita.

Puede ser más simple privarme por un tiempo de algo que hacer el esfuerzo por llevarme mejor con quienes me rodean y con los que quizá en ocasiones entro en conflicto, a veces simplemente por querer tener siempre la razón o porque ya es costumbre discutir. ¿Cuántas veces tal vez guardamos en nuestro corazón sentimientos negativos contra quienes nos han ofendido o contra quienes, aunque nos cueste reconocerlo, hemos ofendido?

Nuestro corazón suele ser caprichoso y por eso hacerlo generoso y capaz de amar a todos, incluyendo a quienes menos nos simpatizan, es una tarea que dura toda la vida. En el amor no hay límites y siempre podemos amar más y mejor.

Cada quien tiene sus propias luchas y retos. Lo que es bueno para una persona puede no serlo para otra. Por eso es importante el conocimiento propio, para saber qué batallas debemos dar y cómo aprovechar mejor la Cuaresma como un tiempo de conversión y preparación para celebrar la Pascua, la gran fiesta de los que creemos en Jesús Resucitado. Sobre todo preparar el corazón para hacerlo más cercano a Dios y a los demás, no en un mundo ideal, sino cada uno en sus circunstancias junto a quienes tiene cerca. ¡Gracias!

Está muy difundida la idea de hacer algún sacrificio durante la Cuaresma para vivirla bien. Algunos dejan de tomar alcohol, sobre todo si normalmente son muy aficionados, pues en caso contrario no tendría mucho sentido dejar de hacerlo. Otros evitan fumar o comer algo que les gusta mucho. He conocido también quien se deja la barba e incluso quienes se alimentan solo con pan y agua toda la Cuaresma, aunque parezca difícil.

Este tipo de sacrificios tiene su importancia, siempre y cuando no se pierda de vista lo esencial. El cambio que sobre todo se nos pide es el del corazón, no tanto el de nuestras costumbres relacionadas con lo que comemos y bebemos. Es decir, el error sería pensar que solo haciendo un sacrificio de este tipo se vive bien la Cuaresma, sin restarle mérito a que se haga.

Todo lo recomendado por la Iglesia para vivir este tiempo como la oración, el compartir nuestras cosas y nuestro tiempo, el ayuno y los sacrificios como de los que hemos hablado, debe estar encaminado a tener un corazón que ame más a Dios y a los demás. Esto se escucha «muy bonito», pero amar a los demás en concreto, con sus virtudes y defectos y sobre todo con sus defectos, no siempre es sencillo y para todos es más fácil decirlo que hacerlo, pero ahí está la conversión del corazón a la que se nos invita.

Puede ser más simple privarme por un tiempo de algo que hacer el esfuerzo por llevarme mejor con quienes me rodean y con los que quizá en ocasiones entro en conflicto, a veces simplemente por querer tener siempre la razón o porque ya es costumbre discutir. ¿Cuántas veces tal vez guardamos en nuestro corazón sentimientos negativos contra quienes nos han ofendido o contra quienes, aunque nos cueste reconocerlo, hemos ofendido?

Nuestro corazón suele ser caprichoso y por eso hacerlo generoso y capaz de amar a todos, incluyendo a quienes menos nos simpatizan, es una tarea que dura toda la vida. En el amor no hay límites y siempre podemos amar más y mejor.

Cada quien tiene sus propias luchas y retos. Lo que es bueno para una persona puede no serlo para otra. Por eso es importante el conocimiento propio, para saber qué batallas debemos dar y cómo aprovechar mejor la Cuaresma como un tiempo de conversión y preparación para celebrar la Pascua, la gran fiesta de los que creemos en Jesús Resucitado. Sobre todo preparar el corazón para hacerlo más cercano a Dios y a los demás, no en un mundo ideal, sino cada uno en sus circunstancias junto a quienes tiene cerca. ¡Gracias!