/ lunes 4 de enero de 2021

Comunicación, sociedad y pandemia

Hace un año comencé a escribir cada lunes en este espacio reflexiones sobre el rol que juega la comunicación en las sociedades modernas. Sin embargo, por motivos de interés público una parte de tales consideraciones se enfocaron en la emergencia sanitaria ocasionada por el coronavirus. El primer texto sobre Covid-19 lo escribí el 26 de enero de 2020 acerca de la censura comunicativa que impuso el gobierno chino al brote epidemiológico en Wuhan. En aquellas semanas había muy poca información al respecto en América Latina y México. Bastantes cosas cambiaron desde entonces. En el campo comunicativo las nuevas tecnologías potenciadas por internet posibilitaron confeccionar un mundo alterado por un virus.

Hoy, somos una sociedad con nuevas prácticas tecnológicas. La mayoría de las personas hacen más actividades en línea que lo que hacían hace un año. En tanto no esté vacunada la mayoría de la población, muchos de estos hábitos deberán continuar. El trabajo en casa o home office, la escuela en línea o el comercio electrónico seguirán siendo imperantes durante el 2021. Lo mismo ocurrirá con el distanciamiento social y las medidas sanitarias. La nueva normalidad con el tiempo se normalizará. Como la historia nos enseñó: las nuevas prácticas se quedan fijas en las costumbres sociales. El futuro pospandémico apunta a vivir en un mundo que oscilará entre lo material y lo simbólico.

Algunos lograron enfrentar con racionalidad la crisis global. La vida que dio el personal médico y civiles para contener la pandemia nos dan aliento para creer en el mañana. Las acciones de apoyo en WhatsApp, Facebook o espacios de ayuda en Twitter son muestras de solidaridad humana. En medio del caos también se registraron brotes de pánico y desestimación de la realidad. En este sentido hay quienes aprovechan Covid-19 para fortalecer su egocentrismo: mientras no me pase a mi o algún ser querido la vida seguirá orientándose por mis deseos individuales. Las redes sociodigitales también se convirtieron en espejo de esta decadencia. Las festividades decembrinas transparentaron un rasgo que no se había presentado: los vacacionistas evitaron publicar fotografías donde aparecieran otras personas para dar la impresión que el sitio estaba vacío y evadir la responsabilidad de cualquier contagio.

Otro rasgo observado en el último año fue la saturación de los sistemas de comunicación que propició una mayor desinformación. Las narrativas sin evidenciad propiciaron la expansión de creencias que no corresponden con la realidad. Esta situación se profundizará durante las elecciones de 2021. Existe en nuestra sociedad un exceso de opinión sobre aquello que se visibiliza en los espacios mediatizados. Este fenómeno debilita el diálogo racional. Existe un exceso de opinión en los medios de comunicación tradicionales como en los nuevos medios. La comunicación y las tecnologías que posibilitan la interacción social son tan importantes que gran parte de lo que somos ha sido configurado a través de sus prácticas. No resta más que agradecer a El Sol de Zacatecas por este espacio y a ustedes por haber leído algunas de las reflexiones que me ocuparon en el último año.

Hace un año comencé a escribir cada lunes en este espacio reflexiones sobre el rol que juega la comunicación en las sociedades modernas. Sin embargo, por motivos de interés público una parte de tales consideraciones se enfocaron en la emergencia sanitaria ocasionada por el coronavirus. El primer texto sobre Covid-19 lo escribí el 26 de enero de 2020 acerca de la censura comunicativa que impuso el gobierno chino al brote epidemiológico en Wuhan. En aquellas semanas había muy poca información al respecto en América Latina y México. Bastantes cosas cambiaron desde entonces. En el campo comunicativo las nuevas tecnologías potenciadas por internet posibilitaron confeccionar un mundo alterado por un virus.

Hoy, somos una sociedad con nuevas prácticas tecnológicas. La mayoría de las personas hacen más actividades en línea que lo que hacían hace un año. En tanto no esté vacunada la mayoría de la población, muchos de estos hábitos deberán continuar. El trabajo en casa o home office, la escuela en línea o el comercio electrónico seguirán siendo imperantes durante el 2021. Lo mismo ocurrirá con el distanciamiento social y las medidas sanitarias. La nueva normalidad con el tiempo se normalizará. Como la historia nos enseñó: las nuevas prácticas se quedan fijas en las costumbres sociales. El futuro pospandémico apunta a vivir en un mundo que oscilará entre lo material y lo simbólico.

Algunos lograron enfrentar con racionalidad la crisis global. La vida que dio el personal médico y civiles para contener la pandemia nos dan aliento para creer en el mañana. Las acciones de apoyo en WhatsApp, Facebook o espacios de ayuda en Twitter son muestras de solidaridad humana. En medio del caos también se registraron brotes de pánico y desestimación de la realidad. En este sentido hay quienes aprovechan Covid-19 para fortalecer su egocentrismo: mientras no me pase a mi o algún ser querido la vida seguirá orientándose por mis deseos individuales. Las redes sociodigitales también se convirtieron en espejo de esta decadencia. Las festividades decembrinas transparentaron un rasgo que no se había presentado: los vacacionistas evitaron publicar fotografías donde aparecieran otras personas para dar la impresión que el sitio estaba vacío y evadir la responsabilidad de cualquier contagio.

Otro rasgo observado en el último año fue la saturación de los sistemas de comunicación que propició una mayor desinformación. Las narrativas sin evidenciad propiciaron la expansión de creencias que no corresponden con la realidad. Esta situación se profundizará durante las elecciones de 2021. Existe en nuestra sociedad un exceso de opinión sobre aquello que se visibiliza en los espacios mediatizados. Este fenómeno debilita el diálogo racional. Existe un exceso de opinión en los medios de comunicación tradicionales como en los nuevos medios. La comunicación y las tecnologías que posibilitan la interacción social son tan importantes que gran parte de lo que somos ha sido configurado a través de sus prácticas. No resta más que agradecer a El Sol de Zacatecas por este espacio y a ustedes por haber leído algunas de las reflexiones que me ocuparon en el último año.