/ lunes 10 de mayo de 2021

Eso que llamamos izquierda

Durante estos días de fuerte campaña en territorio me han interceptado muchas personas haciéndome una pregunta muy específica: licenciado David, ¿es usted de izquierda?. Y lo más interesante: la gran mayoría de esas personas son jóvenes, hombres y mujeres de edad universitaria con un fuerte sentido crítico y analítico. Siempre me gusta responderles, con toda la seguridad que sale de mi corazón que sí, soy un hombre de izquierda.

Pero más allá de eso, soy monrealista y, por supuesto, obradorista.

El espectro político México, tantos años dominado por el PRI, parece apenas hoy, a estas alturas de la historia, cobrar cierto sentido. Y es que con la llegada de Morena a la realidad política mexicana, muchas inquietudes y anhelos políticos se convirtieron en realidades: apoyos sociales, estado de bienestar, que tengan los que más lo necesitan; justicia para las víctimas y para las mujeres, políticas ecológicas de impacto inmediato. Todas esas cosas, y muchas más, son las políticas que definen a la izquierda. Cuando yo agrego, entonces, que soy monrealista y obradorista ¿a qué me refiero?

Ser monrealista es venir de la lucha social, es mostrar con orgullo los zapatos sucios y las manos rugosas por entender lo que es el campo. Es entender que el ser progresista implica diálogo, debate y mucha pero mucha valentía. Ser obradorista es seguir el ejemplo de “ya saben quién…” el ejemplo de trabajo incansable, de saber cabalgar contradicciones para poder llegar a metas específicas, metas políticas que terminan significando una verdadera transformación.

Eso que México entiende como “izquierda” debe revisarse, porque variantes —como siempre— han existido y existirán. Esa es la riqueza política que ofrece este lado de la historia, contrario a la rigidez de los conservadores. Zacatecas desde siempre ha sido un bastión político para la izquierda mexicana, y lo digo más allá del apellido que por gracia de Dios llevo: lo digo por sus años de historia, de luchadores y movimientos sociales, de resistencia, fuerza e inteligencia política que, siempre, ha surgido desde la izquierda.

Sí, soy un monrealista obradorista, soy de izquierda, porque es ahí donde puedo estar hombro a hombro con el pueblo, es ahí donde, desde la política, se puede mirar fijamente y cara a cara a la gente.

Durante estos días de fuerte campaña en territorio me han interceptado muchas personas haciéndome una pregunta muy específica: licenciado David, ¿es usted de izquierda?. Y lo más interesante: la gran mayoría de esas personas son jóvenes, hombres y mujeres de edad universitaria con un fuerte sentido crítico y analítico. Siempre me gusta responderles, con toda la seguridad que sale de mi corazón que sí, soy un hombre de izquierda.

Pero más allá de eso, soy monrealista y, por supuesto, obradorista.

El espectro político México, tantos años dominado por el PRI, parece apenas hoy, a estas alturas de la historia, cobrar cierto sentido. Y es que con la llegada de Morena a la realidad política mexicana, muchas inquietudes y anhelos políticos se convirtieron en realidades: apoyos sociales, estado de bienestar, que tengan los que más lo necesitan; justicia para las víctimas y para las mujeres, políticas ecológicas de impacto inmediato. Todas esas cosas, y muchas más, son las políticas que definen a la izquierda. Cuando yo agrego, entonces, que soy monrealista y obradorista ¿a qué me refiero?

Ser monrealista es venir de la lucha social, es mostrar con orgullo los zapatos sucios y las manos rugosas por entender lo que es el campo. Es entender que el ser progresista implica diálogo, debate y mucha pero mucha valentía. Ser obradorista es seguir el ejemplo de “ya saben quién…” el ejemplo de trabajo incansable, de saber cabalgar contradicciones para poder llegar a metas específicas, metas políticas que terminan significando una verdadera transformación.

Eso que México entiende como “izquierda” debe revisarse, porque variantes —como siempre— han existido y existirán. Esa es la riqueza política que ofrece este lado de la historia, contrario a la rigidez de los conservadores. Zacatecas desde siempre ha sido un bastión político para la izquierda mexicana, y lo digo más allá del apellido que por gracia de Dios llevo: lo digo por sus años de historia, de luchadores y movimientos sociales, de resistencia, fuerza e inteligencia política que, siempre, ha surgido desde la izquierda.

Sí, soy un monrealista obradorista, soy de izquierda, porque es ahí donde puedo estar hombro a hombro con el pueblo, es ahí donde, desde la política, se puede mirar fijamente y cara a cara a la gente.