/ jueves 2 de diciembre de 2021

Ir a ningún lado

Es muy sabio el consejo aquél que nos recomienda volver a leer los cuentos de la infancia, pues seguramente encontraremos sucesos y reflexiones novedosas que nos abrirán de nueva cuenta esta torturada y desgastada imaginación en los tiempos bíblicos de las pandemias interminables.

En el libro de Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll, Alicia le pregunta al gato de Cheshire, a quien encuentra en cierto lugar de su andar: “¿te importaría decirme, por favor, qué camino debo tomar desde aquí?”, a lo que el gato contesta: “Eso depende en gran medida de adónde quieras ir”. Alicia, palabras más, palabras menos dice que no le importa mucho a dónde ir. Entonces el felino responde: “Si no sabes adónde quieres ir, no importa que camino sigas”.

Por estas mismas razones, expuestas de una manera muy simple y magistral por un autor para niños, en los cursos sobre administración de empresas privadas, y también en los relativos a la gestión pública, se enseña que un plan de gobierno se plasma en un documento que proponga, con base en un diagnóstico, una visión encaminada a resolver algún tipo de problemática social, estableciéndose en el mismo los objetivos, lineamientos de política, estrategias, acciones y metas a cumplir, considerándose, en todo caso, indicadores numéricos o estadísticos para medir el avance o la eficacia de dicho plan. Por esta razón, los elementos mínimos que debe contener el susodicho plan son: objetivos, lineamientos políticos, estrategias, acciones, metas e indicadores.

Para nadie es desconocido, siendo un hecho notorio y público y por tanto relevado de prueba a aquél que lo invoque, como dicen los abogados, que en nuestra entidad estamos viviendo una espiral de violencia pocas veces vista desde la misma época del suceso histórico que conocemos como la Revolución Mexicana. Ejecutados, colgados, muertos, desaparecidos, secuestrados, amedrentados, extorsionados, violados y violadas, robos en poblado y en despoblado, y miles de etcéteras más, que sería prolijo e innecesario enumerar en este momento, y que tienen de cabeza a la entidad y a todo mundo con el San Benito en la boca.

Pues bien, para hacer frente a esta problemática de inseguridad pública, en días recientes se anunció, con bombo y platillo, y también con las ya conocidas desgarraduras de vestiduras, un “plan” federal para “rescatar” al estado de tan lamentable postración en la que se encuentra. Junto a lo anterior, los consabidos eventos públicos, con personalidades de primerísimo nivel, incluidas, por supuesto, y dado el calibre de la complicación a atender, las de la Primer Magistratura de la Nación y sus correspondientes Supeditados de primer y ulteriores órdenes jerárquicos.

Como se trataba, como se dijo, de un plan de gobierno, me dediqué a analizar los discursos pronunciados, las noticias publicitadas, y, en las páginas oficiales y no oficiales, algún documento que contuviera los elementos mínimos para ser considerado un verdadero “plan”, en los términos acotados en párrafos precedentes.

Mi sorpresa no fue mayor. No encontré ningún plan, ni diagnóstico local, ni objetivos, ni políticas de seguridad, ni estrategias, ni acciones, ni nada de nada, por lo que dicha circunstancia me recordó, instintivamente, la frase pronunciada por aquél famoso micifuz de Alicia en el País de las Maravillas: “Si no sabes adónde quieres ir, no importa que camino sigas”.

Es muy sabio el consejo aquél que nos recomienda volver a leer los cuentos de la infancia, pues seguramente encontraremos sucesos y reflexiones novedosas que nos abrirán de nueva cuenta esta torturada y desgastada imaginación en los tiempos bíblicos de las pandemias interminables.

En el libro de Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll, Alicia le pregunta al gato de Cheshire, a quien encuentra en cierto lugar de su andar: “¿te importaría decirme, por favor, qué camino debo tomar desde aquí?”, a lo que el gato contesta: “Eso depende en gran medida de adónde quieras ir”. Alicia, palabras más, palabras menos dice que no le importa mucho a dónde ir. Entonces el felino responde: “Si no sabes adónde quieres ir, no importa que camino sigas”.

Por estas mismas razones, expuestas de una manera muy simple y magistral por un autor para niños, en los cursos sobre administración de empresas privadas, y también en los relativos a la gestión pública, se enseña que un plan de gobierno se plasma en un documento que proponga, con base en un diagnóstico, una visión encaminada a resolver algún tipo de problemática social, estableciéndose en el mismo los objetivos, lineamientos de política, estrategias, acciones y metas a cumplir, considerándose, en todo caso, indicadores numéricos o estadísticos para medir el avance o la eficacia de dicho plan. Por esta razón, los elementos mínimos que debe contener el susodicho plan son: objetivos, lineamientos políticos, estrategias, acciones, metas e indicadores.

Para nadie es desconocido, siendo un hecho notorio y público y por tanto relevado de prueba a aquél que lo invoque, como dicen los abogados, que en nuestra entidad estamos viviendo una espiral de violencia pocas veces vista desde la misma época del suceso histórico que conocemos como la Revolución Mexicana. Ejecutados, colgados, muertos, desaparecidos, secuestrados, amedrentados, extorsionados, violados y violadas, robos en poblado y en despoblado, y miles de etcéteras más, que sería prolijo e innecesario enumerar en este momento, y que tienen de cabeza a la entidad y a todo mundo con el San Benito en la boca.

Pues bien, para hacer frente a esta problemática de inseguridad pública, en días recientes se anunció, con bombo y platillo, y también con las ya conocidas desgarraduras de vestiduras, un “plan” federal para “rescatar” al estado de tan lamentable postración en la que se encuentra. Junto a lo anterior, los consabidos eventos públicos, con personalidades de primerísimo nivel, incluidas, por supuesto, y dado el calibre de la complicación a atender, las de la Primer Magistratura de la Nación y sus correspondientes Supeditados de primer y ulteriores órdenes jerárquicos.

Como se trataba, como se dijo, de un plan de gobierno, me dediqué a analizar los discursos pronunciados, las noticias publicitadas, y, en las páginas oficiales y no oficiales, algún documento que contuviera los elementos mínimos para ser considerado un verdadero “plan”, en los términos acotados en párrafos precedentes.

Mi sorpresa no fue mayor. No encontré ningún plan, ni diagnóstico local, ni objetivos, ni políticas de seguridad, ni estrategias, ni acciones, ni nada de nada, por lo que dicha circunstancia me recordó, instintivamente, la frase pronunciada por aquél famoso micifuz de Alicia en el País de las Maravillas: “Si no sabes adónde quieres ir, no importa que camino sigas”.