Toda la vida llevamos experiencias con lecturas sobre ingratitudes, maldades y miserias en la vida política. Pero solo una jornada como la que estamos viviendo, nos permite percibir la intensa mezquindad que se apodera de los políticos cuando entran en reyerta por sus ambiciones. Olvidan todo. Los modales, la dignidad, su deber y su conciencia si la tienen se alteran fácilmente.
Hemos llegado por un camino empedrado con la más absoluta falta de principios y escrúpulos en la pugna política. Por la aplaudida traición a todos los valores de defensa de la patria y el orden constitucional y un desprecio a todas las promesas hechas a esta sociedad mansa y manipulada, agravamos la crisis e impedimos la transparencia.
Por un cínico relativismo que ha dejado las leyes subordinadas a la conveniencia. Y por una cobardía que espanta. No sabemos lo cara que sale la simulación de una democracia. Y si vamos a pagar todos, una muy buena factura.