/ miércoles 5 de agosto de 2020

¿Que lo haga el gobierno?

En México a veces traemos como un “chip” integrado, que nos hace pensar que todo, o gran parte de lo que hay que hacer, le toca al gobierno. Solemos poner mucha esperanza en que resuelva casi todo. Si los parques están sucios más bien decimos que es culpa del gobierno, y no de la gente que tira basura. Si alguien no usa cubrebocas es más fácil culpar al gobierno, que a la gente que no sigue las recomendaciones.

Con frecuencia tenemos una sensación de “distancia” entre el gobierno y los políticos, y el resto de la sociedad. Nos referimos a ellos como si fueran de otro planeta, como los únicos culpables de nuestras desgracias como país. Por supuesto siempre hay gente muy valiosa, pero no olvidemos que todo gobierno es un reflejo del nivel educativo y cultural del pueblo a quien dirige, aunque nos duela.

No pretendo defender a ningún gobierno, sería un intento fallido. De hecho, lo que hemos visto en esta pandemia es sobre todo falta de directrices claras y de coordinación entre los distintos niveles de gobierno. Lo que quiero remarcar, es que la distancia entre las formas de actuar del gobierno y el pueblo, no es tan grande como pensamos. El gobierno tiene la responsabilidad de marcar las pautas a seguir para enfrentar la situación, pero a nosotros nos toca actuar con madurez.

No esperemos que el gobierno lo haga todo, porque de hecho no le toca todo. Cada quien entiende la pandemia de una forma diferente, y eso ha complicado la manera de enfrentarla. Quizá incluso algunas amistades se perderán, pues el nivel de información, y las necesidades de cada uno, hacen la diferencia en la forma de entender cómo relacionarnos, y no siempre nos ponemos de acuerdo.

Lo que es urgente es que sigamos las medidas básicas para evitar la propagación del virus: sana distancia, confinamiento según las posibilidades y el uso del famoso cubrebocas. Los estudios más serios afirman que todo esto reduce en gran medida la probabilidad de contagio, más allá de cualquier interés político. La evidencia científica seria no está sujeta a ideologías, por eso nos ayuda a tomar mejores decisiones.

En ocasiones vivimos “a la buena de Dios”, como se suele decir, mostrando en el fondo irresponsabilidad para tomar las riendas de nuestra vida y de nuestras comunidades. No traslademos a Dios lo que nos toca a todos. Él nos ayuda, pero hagamos nuestra parte, pensando en los demás y no solo en el bien individual. Uno de los frutos de esta pandemia puede y debe ser, para salir adelante, que crezca el sentido de unidad y solidaridad entre todos. ¡Gracias!

En México a veces traemos como un “chip” integrado, que nos hace pensar que todo, o gran parte de lo que hay que hacer, le toca al gobierno. Solemos poner mucha esperanza en que resuelva casi todo. Si los parques están sucios más bien decimos que es culpa del gobierno, y no de la gente que tira basura. Si alguien no usa cubrebocas es más fácil culpar al gobierno, que a la gente que no sigue las recomendaciones.

Con frecuencia tenemos una sensación de “distancia” entre el gobierno y los políticos, y el resto de la sociedad. Nos referimos a ellos como si fueran de otro planeta, como los únicos culpables de nuestras desgracias como país. Por supuesto siempre hay gente muy valiosa, pero no olvidemos que todo gobierno es un reflejo del nivel educativo y cultural del pueblo a quien dirige, aunque nos duela.

No pretendo defender a ningún gobierno, sería un intento fallido. De hecho, lo que hemos visto en esta pandemia es sobre todo falta de directrices claras y de coordinación entre los distintos niveles de gobierno. Lo que quiero remarcar, es que la distancia entre las formas de actuar del gobierno y el pueblo, no es tan grande como pensamos. El gobierno tiene la responsabilidad de marcar las pautas a seguir para enfrentar la situación, pero a nosotros nos toca actuar con madurez.

No esperemos que el gobierno lo haga todo, porque de hecho no le toca todo. Cada quien entiende la pandemia de una forma diferente, y eso ha complicado la manera de enfrentarla. Quizá incluso algunas amistades se perderán, pues el nivel de información, y las necesidades de cada uno, hacen la diferencia en la forma de entender cómo relacionarnos, y no siempre nos ponemos de acuerdo.

Lo que es urgente es que sigamos las medidas básicas para evitar la propagación del virus: sana distancia, confinamiento según las posibilidades y el uso del famoso cubrebocas. Los estudios más serios afirman que todo esto reduce en gran medida la probabilidad de contagio, más allá de cualquier interés político. La evidencia científica seria no está sujeta a ideologías, por eso nos ayuda a tomar mejores decisiones.

En ocasiones vivimos “a la buena de Dios”, como se suele decir, mostrando en el fondo irresponsabilidad para tomar las riendas de nuestra vida y de nuestras comunidades. No traslademos a Dios lo que nos toca a todos. Él nos ayuda, pero hagamos nuestra parte, pensando en los demás y no solo en el bien individual. Uno de los frutos de esta pandemia puede y debe ser, para salir adelante, que crezca el sentido de unidad y solidaridad entre todos. ¡Gracias!