/ jueves 6 de mayo de 2021

Qué sé de justicia electoral

El día de la infancia, es una fecha donde aprovechamos para celebrar y consentir a los pequeños, en esta ocasión el festejo trae consigo una carga emotiva porque llega durante la pandemia, que si bien, da avisos de mejorar, no deja de sorprendernos y recordarnos la fuerza que aún tiene y su cercanía en nuestra vida.

También, se da en el contexto de un proceso electoral que es excepcional, primero, por su tamaño, luego, por la considerable cantidad de retos jurídicos que ha presentado, en estos momentos tanto el sistema normativo como las instancias administrativas y jurisdiccionales en materia comicial están trabajando a su máxima capacidad.

Es claro que los resultados y consecuencias podrán ser polémicos, y generar molestia e inconformidad, pero, en todo caso, la motivación y fundamentación de las decisiones que se alcancen para la resolución de dichos casos debe ser lo suficientemente clara para que la ciudadanía conozca y comprenda su razón de ser.

Esto viene a colación porque, en el día en que celebramos a la infancia debemos también tener en cuenta la necesidad de inculcar desde edades tempranas el respeto y apego a las reglas, siendo este uno de los pilares de una democracia.

Efectivamente, el respeto a las reglas que rigen un sistema es parte esencial de la democracia, porque, todos estamos sujetos a su cumplimiento, y en ese tenor, estamos sujetos a cumplir todas estas, las que nos gusten y las que no, así como a aceptar los resultados de su aplicación aun cuando no nos sean favorables.

Si lo vemos desde el punto de vista infantil, el cumplimiento de las reglas es un valor esencial que rige nuestras relaciones desde esa edad, por ejemplo, el que se forma primero es el primero en pasar, si te golpea la pelota está fuera del juego, y su quebranto, genera la exclusión de quien no las cumpla.

En la democracia pasa lo mismo, es necesario observar las reglas, cumplirlas y aceptar los resultados con la posibilidad de acudir ante un tercero imparcial que resuelva las problemáticas derivadas de su aplicación, y sí, tal vez cuestionarlas, pero, aceptar el resultado de ese procedimiento aun cuando no nos sea favorable o que no sea acorde a nuestras preferencias.

Incluso, en el artículo 3 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, se plantea incorporar la democracia como uno de los ejes rectores del sistema educativo nacional, y en ese entendido, quienes en mayor o menor medida participamos en la formación de la infancia estamos vinculados a participar en dicho objetivo.

Por supuesto que la mejor manera de inculcar los valores y principios democráticos es desde casa, es mostrar a las niñas y a los niños que como personas tienen el mismo valor, los mismos derechos, que su opinión vale aun cuando no sean parte de la mayoría, pero, que aun así tienen el derecho de expresar su inconformidad sin que esto implique que sean excluidos, pero, que tienen que respetar la decisión mayoritaria.

Es claro, que desde la inocencia de la infancia, el respeto a las reglas y a las ideas distintas a las propias pueda ser más sencillo, más aun, tal vez deberíamos entender la democracia desde un punto de vista infantil para así, estar en condiciones de asumirla como un modo de vivir y convivir en sociedad.

*Magistrado del Tribunal Electoral, Sala Monterrey.


El día de la infancia, es una fecha donde aprovechamos para celebrar y consentir a los pequeños, en esta ocasión el festejo trae consigo una carga emotiva porque llega durante la pandemia, que si bien, da avisos de mejorar, no deja de sorprendernos y recordarnos la fuerza que aún tiene y su cercanía en nuestra vida.

También, se da en el contexto de un proceso electoral que es excepcional, primero, por su tamaño, luego, por la considerable cantidad de retos jurídicos que ha presentado, en estos momentos tanto el sistema normativo como las instancias administrativas y jurisdiccionales en materia comicial están trabajando a su máxima capacidad.

Es claro que los resultados y consecuencias podrán ser polémicos, y generar molestia e inconformidad, pero, en todo caso, la motivación y fundamentación de las decisiones que se alcancen para la resolución de dichos casos debe ser lo suficientemente clara para que la ciudadanía conozca y comprenda su razón de ser.

Esto viene a colación porque, en el día en que celebramos a la infancia debemos también tener en cuenta la necesidad de inculcar desde edades tempranas el respeto y apego a las reglas, siendo este uno de los pilares de una democracia.

Efectivamente, el respeto a las reglas que rigen un sistema es parte esencial de la democracia, porque, todos estamos sujetos a su cumplimiento, y en ese tenor, estamos sujetos a cumplir todas estas, las que nos gusten y las que no, así como a aceptar los resultados de su aplicación aun cuando no nos sean favorables.

Si lo vemos desde el punto de vista infantil, el cumplimiento de las reglas es un valor esencial que rige nuestras relaciones desde esa edad, por ejemplo, el que se forma primero es el primero en pasar, si te golpea la pelota está fuera del juego, y su quebranto, genera la exclusión de quien no las cumpla.

En la democracia pasa lo mismo, es necesario observar las reglas, cumplirlas y aceptar los resultados con la posibilidad de acudir ante un tercero imparcial que resuelva las problemáticas derivadas de su aplicación, y sí, tal vez cuestionarlas, pero, aceptar el resultado de ese procedimiento aun cuando no nos sea favorable o que no sea acorde a nuestras preferencias.

Incluso, en el artículo 3 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, se plantea incorporar la democracia como uno de los ejes rectores del sistema educativo nacional, y en ese entendido, quienes en mayor o menor medida participamos en la formación de la infancia estamos vinculados a participar en dicho objetivo.

Por supuesto que la mejor manera de inculcar los valores y principios democráticos es desde casa, es mostrar a las niñas y a los niños que como personas tienen el mismo valor, los mismos derechos, que su opinión vale aun cuando no sean parte de la mayoría, pero, que aun así tienen el derecho de expresar su inconformidad sin que esto implique que sean excluidos, pero, que tienen que respetar la decisión mayoritaria.

Es claro, que desde la inocencia de la infancia, el respeto a las reglas y a las ideas distintas a las propias pueda ser más sencillo, más aun, tal vez deberíamos entender la democracia desde un punto de vista infantil para así, estar en condiciones de asumirla como un modo de vivir y convivir en sociedad.

*Magistrado del Tribunal Electoral, Sala Monterrey.