No hay progreso ni prosperidad crecientes sin respeto a la ley. Y no hay respeto a la ley si no existen frenos morales y castigos a los violadores de las reglas, especialmente las que tienen que ver con la corrupción económica.
Para impartir esos castigos es indispensable construir un sistema judicial eficiente, honrado e independiente de los otros poderes públicos. Por tanto, la impunidad, en gran medida, explica el atraso material de América Latina y de medio planeta.
¿Cuál debería ser la ruta a emprender para reformar el sistema judicial? Las buenas reformas se hacen oyendo a los expertos. Las instituciones son tan buenas o tan malas como las personas que las operan. Acaso lo más sensato sería comenzar por reunirse con las autoridades de las facultades de Derecho de las universidades públicas y privadas mexicanas para saber cómo se puede mejorar notablemente la calidad de los profesionales.