/ miércoles 10 de marzo de 2021

Sobre Julia Domna

A propósito del día internacional de la mujer para este 2021, traeremos a colación algunos aspectos biográficos de una extraordinaria emperatriz casi olvidada de manera puntillosa por algún grupo de historiadores, seguramente con tendencias hacia el machismo cronológico, y de la cual, habrá que anotar desde el principio, también desde aquéllos inmemoriales tiempos fue negada y delegada al baúl de los recuerdos poco pertinentes, por decir lo menos.

Julia Domna nació en Emesa, actual Homs, en Siria, en el seno de una familia árabe allá por el año 160 de nuestra era. A los quince años se casó con Septimio Severo, quien en este momento era gobernador de la provincia romana de Galia Lugdunense. Como todos sabemos Lucio Septimio Severo fue proclamado con posterioridad, en el año 193, como emperador de la Antigua Roma, y en el contexto del seno imperial que deviene la fama y trascendencia de esta inusual carrera como consorte. Recordaremos también que Severo fue fundador de la llamada “Dinastia Severa”, a quien pertenecen el propio Septimio Severo, y sus hijos Caracalla (Marco Aurelio Antonino Basiano) y Geta (Publius Septimius Geta), estos dos últimos hijos de la pareja ya aludida.

En la actualidad Julia Domna ha sido lanzada a la fama literaria debido a dos libros publicados por el español Santiago Posteguillo: “Yo Julia” “Y Julia Retó a los Dioses”, textos que han causado, junto con dos trilogías anteriores de este autor, una especie de furor de los lectores por conocer un poco más sobre la historia de esta superpotencia de la antigüedad.

Se considera por varios historiadores que al llegar Septimio Severo a la máxima magistratura de Roma, eran tiempos de una profunda inestabilidad económica y política, por todos los antecedentes gubernamentales derivados de las guerras internas, la caída de la Dinastía Antonina y los desatinos finales de su gestión en el poder. En este particular contexto, Julia Domna se encargó de asesorar políticamente a su esposo, y, también posteriormente, a su hijo Caracalla, pues poseía una sólida formación helenística que imprimió a la familia imperial de una atmósfera filosófica e intelectual totalmente inaudita y particular para aquéllos entonces. Sólo a guisa de ejemplo, entre sus asesores y subordinados contaba con el consejo permanente del filósofo y médico Galeno. Su influencia social, política y filosófica se hicieron sentir hasta el último rincón del imperio. Era tal su manejo de las cuestiones administrativas y políticas que en muchas ocasiones el emperador salía de campaña militar y dejaba a Julia como encargada de despachar todos sus asuntos en Roma, lo cual no impidió que en muchas de las ocasiones también lo acompañara a las expediciones militares más trascendentes.

Es también ésta la crónica inusual de una pareja conyugal donde se funden en un solo interés común el genio militar con el genio político, lo que conllevó, indiscutiblemente, al germen de esa nueva dinastía.

En una columna para un sitio de noticias, Edmundo Fayanas escribe: “Julia es ese personaje inconmensurable e impresionante, una anomalía histórica, el que una mujer dirija con mayor destreza e inteligencia que un hombre un imperio de semejantes dimensiones como el romano. Julia fue la emperatriz más poderosa de Roma, la que más títulos y dignidades recibió, la que llegó a ser considerada madre de los césares, de los ejércitos y de la patria. Una mujer capaz de gobernar con inteligencia y sobreponerse a las traiciones políticos que se propagaban en un mundo dominado por hombres”.

Es decir, un ejemplo histórico de mujer a considerar seguramente por los actuales movimientos feministas, a propósito de este día.

A propósito del día internacional de la mujer para este 2021, traeremos a colación algunos aspectos biográficos de una extraordinaria emperatriz casi olvidada de manera puntillosa por algún grupo de historiadores, seguramente con tendencias hacia el machismo cronológico, y de la cual, habrá que anotar desde el principio, también desde aquéllos inmemoriales tiempos fue negada y delegada al baúl de los recuerdos poco pertinentes, por decir lo menos.

Julia Domna nació en Emesa, actual Homs, en Siria, en el seno de una familia árabe allá por el año 160 de nuestra era. A los quince años se casó con Septimio Severo, quien en este momento era gobernador de la provincia romana de Galia Lugdunense. Como todos sabemos Lucio Septimio Severo fue proclamado con posterioridad, en el año 193, como emperador de la Antigua Roma, y en el contexto del seno imperial que deviene la fama y trascendencia de esta inusual carrera como consorte. Recordaremos también que Severo fue fundador de la llamada “Dinastia Severa”, a quien pertenecen el propio Septimio Severo, y sus hijos Caracalla (Marco Aurelio Antonino Basiano) y Geta (Publius Septimius Geta), estos dos últimos hijos de la pareja ya aludida.

En la actualidad Julia Domna ha sido lanzada a la fama literaria debido a dos libros publicados por el español Santiago Posteguillo: “Yo Julia” “Y Julia Retó a los Dioses”, textos que han causado, junto con dos trilogías anteriores de este autor, una especie de furor de los lectores por conocer un poco más sobre la historia de esta superpotencia de la antigüedad.

Se considera por varios historiadores que al llegar Septimio Severo a la máxima magistratura de Roma, eran tiempos de una profunda inestabilidad económica y política, por todos los antecedentes gubernamentales derivados de las guerras internas, la caída de la Dinastía Antonina y los desatinos finales de su gestión en el poder. En este particular contexto, Julia Domna se encargó de asesorar políticamente a su esposo, y, también posteriormente, a su hijo Caracalla, pues poseía una sólida formación helenística que imprimió a la familia imperial de una atmósfera filosófica e intelectual totalmente inaudita y particular para aquéllos entonces. Sólo a guisa de ejemplo, entre sus asesores y subordinados contaba con el consejo permanente del filósofo y médico Galeno. Su influencia social, política y filosófica se hicieron sentir hasta el último rincón del imperio. Era tal su manejo de las cuestiones administrativas y políticas que en muchas ocasiones el emperador salía de campaña militar y dejaba a Julia como encargada de despachar todos sus asuntos en Roma, lo cual no impidió que en muchas de las ocasiones también lo acompañara a las expediciones militares más trascendentes.

Es también ésta la crónica inusual de una pareja conyugal donde se funden en un solo interés común el genio militar con el genio político, lo que conllevó, indiscutiblemente, al germen de esa nueva dinastía.

En una columna para un sitio de noticias, Edmundo Fayanas escribe: “Julia es ese personaje inconmensurable e impresionante, una anomalía histórica, el que una mujer dirija con mayor destreza e inteligencia que un hombre un imperio de semejantes dimensiones como el romano. Julia fue la emperatriz más poderosa de Roma, la que más títulos y dignidades recibió, la que llegó a ser considerada madre de los césares, de los ejércitos y de la patria. Una mujer capaz de gobernar con inteligencia y sobreponerse a las traiciones políticos que se propagaban en un mundo dominado por hombres”.

Es decir, un ejemplo histórico de mujer a considerar seguramente por los actuales movimientos feministas, a propósito de este día.