/ viernes 16 de octubre de 2020

Zacatecano migrante

Zacatecas es de las entidades con mayor flujo migratorio. Se estima que por cada habitante en la entidad, hay otro viviendo en Estados Unidos. El deseo de encontrar mejores oportunidades laborales, académicas y una mayor calidad de vida, han sido la constante a través de los años. Gracias al esfuerzo de ellas y ellos, miles de familias pueden seguir adelante. La transformación en la entidad debe encaminarse a generar condiciones que permitan que quien se vaya, lo haga por gusto y no por necesidad.

Durante muchos años en el país y, en particular, en nuestro estado imperó una política neoliberal de exclusión social y desigualdad; la falta de oportunidades se conjugó con la ausencia de políticas públicas capaces de garantizar soluciones de fondo a las personas, dejando como única opción viable el migrar. Se empujó a las y los zacatecanos a dejar su tierra, su familia y su propia cultura, con la esperanza de procurar mejores condiciones de vida.

Más de 1.5 millones de zacatecanas y zacatecanos se encuentran en Estados Unidos. Mujeres y hombres incansables que, además, contribuyen en gran medida a la economía local mediante el envío de remesas que, para el año 2019, alcanzaron una cifra de mil 116 millones de dólares. De acuerdo con los cálculos oficiales, para diciembre de 2020 se espera que las remesas alcancen un total de 40 mil millones de dólares en beneficio de 10 millones de familias mexicanas.

Hoy, ante la profunda transformación que vive nuestro país, por primera vez se está llevando a cabo una política social inclusiva que busca acortar las brechas y generar oportunidades para todas y todos. La política social ahora constitucionalizada como un derecho fundamental, ha permitido que millones de jóvenes, mujeres, madres solteras, adultos mayores, personas con discapacidad, personas indígenas y todos aquellos grupos sociales que, históricamente fueron marginados, cuenten con la garantía que el Estado de bienestar ha establecido.

La postura del nuevo régimen es muy clara: lograr un país más justo, equitativo e incluyente. En días pasados conversé con mi amigo David; reflexionamos acerca del papel fundamental que tienen las y los migrantes en la economía, su ardua e incansable lucha y su amor por la nación y la entidad que los vio nacer. Asimismo, su extraordinaria capacidad de organización en los clubes migrantes y la colaboración con el gobierno para detonar proyectos de alto impacto social. Y, por supuesto, la importancia de las remesas que aportan, indispensables para lograr la recuperación económica frente a esta etapa tan difícil generada por la pandemia.

Constato que David tiene muy claro el rol fundamental de las y los migrantes, pero además coincidimos en que se debe renovar la concepción actual del servicio público y de la política en el estado para que quien migre lo haga por gusto y no por necesidad.

Zacatecas es de las entidades con mayor flujo migratorio. Se estima que por cada habitante en la entidad, hay otro viviendo en Estados Unidos. El deseo de encontrar mejores oportunidades laborales, académicas y una mayor calidad de vida, han sido la constante a través de los años. Gracias al esfuerzo de ellas y ellos, miles de familias pueden seguir adelante. La transformación en la entidad debe encaminarse a generar condiciones que permitan que quien se vaya, lo haga por gusto y no por necesidad.

Durante muchos años en el país y, en particular, en nuestro estado imperó una política neoliberal de exclusión social y desigualdad; la falta de oportunidades se conjugó con la ausencia de políticas públicas capaces de garantizar soluciones de fondo a las personas, dejando como única opción viable el migrar. Se empujó a las y los zacatecanos a dejar su tierra, su familia y su propia cultura, con la esperanza de procurar mejores condiciones de vida.

Más de 1.5 millones de zacatecanas y zacatecanos se encuentran en Estados Unidos. Mujeres y hombres incansables que, además, contribuyen en gran medida a la economía local mediante el envío de remesas que, para el año 2019, alcanzaron una cifra de mil 116 millones de dólares. De acuerdo con los cálculos oficiales, para diciembre de 2020 se espera que las remesas alcancen un total de 40 mil millones de dólares en beneficio de 10 millones de familias mexicanas.

Hoy, ante la profunda transformación que vive nuestro país, por primera vez se está llevando a cabo una política social inclusiva que busca acortar las brechas y generar oportunidades para todas y todos. La política social ahora constitucionalizada como un derecho fundamental, ha permitido que millones de jóvenes, mujeres, madres solteras, adultos mayores, personas con discapacidad, personas indígenas y todos aquellos grupos sociales que, históricamente fueron marginados, cuenten con la garantía que el Estado de bienestar ha establecido.

La postura del nuevo régimen es muy clara: lograr un país más justo, equitativo e incluyente. En días pasados conversé con mi amigo David; reflexionamos acerca del papel fundamental que tienen las y los migrantes en la economía, su ardua e incansable lucha y su amor por la nación y la entidad que los vio nacer. Asimismo, su extraordinaria capacidad de organización en los clubes migrantes y la colaboración con el gobierno para detonar proyectos de alto impacto social. Y, por supuesto, la importancia de las remesas que aportan, indispensables para lograr la recuperación económica frente a esta etapa tan difícil generada por la pandemia.

Constato que David tiene muy claro el rol fundamental de las y los migrantes, pero además coincidimos en que se debe renovar la concepción actual del servicio público y de la política en el estado para que quien migre lo haga por gusto y no por necesidad.