/ lunes 1 de abril de 2019

De cortinas de humo

Se ha anotado que “una cortina de humo es un conjunto de hechos o circunstancias con lo que se pretende ocultar las verdaderas intenciones o desviar la atención de los demás. Todo aquello que sirva para evitar que la gente sepa o vea lo importante, constituye una cortina de humo” (Definiciones-de.com).

Desde que el hombre está sobre la faz de la tierra y adquirió los genes que ahora poseemos, allá hace cien mil o sesenta mil años, según los estudios más conservadores, hemos utilizado la distracción y el engaño para sobrevivir. Podemos decir que la táctica de elaborar una cortina de humo es consustancial a la humanidad misma.

Con esta forma de actuar se crea una distracción para encubrir una acción y de esta manera disimular la verdad en forma intencional y bien pensada. De igual forma, utilizamos esto para ocultar algunos hechos respecto de los cuales es incómodo o peligroso que los conozcan terceros o la opinión pública, y que que generalmente denotan un crimen o una mala conducta observada por el interesado en ocultarlos.

En el propio origen de estas dos palabras podemos adivinar el origen de las mismas y trasladarnos hacia las batallas campales que se libraban en la remota antigüedad, donde los ejércitos generaban humo para que el enemigo no pudiese ver las maniobras militares propias y de esta forma ganar una mejor posición en el campo o bien desplegar una estrategia sorpresa que podría definir el destino de una guerra o una batalla.

Estas técnicas de engaño son muy bien utilizadas y conocidas por los gobiernos, las grandes empresas y los medios masivos de comunicación, cuando deciden distraer la atención de las generalidades pululantes de asuntos del suyo importantes para las colectividades, pero que, en determinadas circunstancias, es más conveniente enfocar dicha atención en trivialidades o banalidades del suyo insustanciales pero que pueden ser fuente de una gran atención por el amarillismo de los hechos que se plantean o bien, por la explotación de las más bajas curiosidades de las personas.

En el México de hoy hay determinados problemas que deberían ser objeto de la máxima atención gubernamental y social y que deberían estar en la agenda cotidiana: la inseguridad rampante que campea sin límite de impunidad a lo largo y lo ancho del territorio nacional, el desempleo, la pobreza, la migración voluntaria y obligada de miles y miles de congéneres, los niveles escandalosos de contaminación del suelo, agua y aire, por las causas y motivos que a usted se le puedan ocurrir, las enfermedades colectivas y pandémicas y los pésimos servicios de salud pública con los que contamos, los niveles escolares de las instituciones públicas del nivel que se imagine, que nos ubican, según los indicadores más confiables, al nivel de los peores países africanos, la corrupción ahora engañosa y oculta y tantos otros problemas que afectan de manera personalísima y directa a todos.

Justo y necesario es que nos concentremos en estas dificultades genuinas, que busquemos las alternativas y soluciones más adecuadas y que no nos dejemos engañar por las incontables cortinas de humo que todos los días se nos lanzan a diestra y siniestra como si fuésemos una horda informe de grandísimos ignorantes.

Digo.

Se ha anotado que “una cortina de humo es un conjunto de hechos o circunstancias con lo que se pretende ocultar las verdaderas intenciones o desviar la atención de los demás. Todo aquello que sirva para evitar que la gente sepa o vea lo importante, constituye una cortina de humo” (Definiciones-de.com).

Desde que el hombre está sobre la faz de la tierra y adquirió los genes que ahora poseemos, allá hace cien mil o sesenta mil años, según los estudios más conservadores, hemos utilizado la distracción y el engaño para sobrevivir. Podemos decir que la táctica de elaborar una cortina de humo es consustancial a la humanidad misma.

Con esta forma de actuar se crea una distracción para encubrir una acción y de esta manera disimular la verdad en forma intencional y bien pensada. De igual forma, utilizamos esto para ocultar algunos hechos respecto de los cuales es incómodo o peligroso que los conozcan terceros o la opinión pública, y que que generalmente denotan un crimen o una mala conducta observada por el interesado en ocultarlos.

En el propio origen de estas dos palabras podemos adivinar el origen de las mismas y trasladarnos hacia las batallas campales que se libraban en la remota antigüedad, donde los ejércitos generaban humo para que el enemigo no pudiese ver las maniobras militares propias y de esta forma ganar una mejor posición en el campo o bien desplegar una estrategia sorpresa que podría definir el destino de una guerra o una batalla.

Estas técnicas de engaño son muy bien utilizadas y conocidas por los gobiernos, las grandes empresas y los medios masivos de comunicación, cuando deciden distraer la atención de las generalidades pululantes de asuntos del suyo importantes para las colectividades, pero que, en determinadas circunstancias, es más conveniente enfocar dicha atención en trivialidades o banalidades del suyo insustanciales pero que pueden ser fuente de una gran atención por el amarillismo de los hechos que se plantean o bien, por la explotación de las más bajas curiosidades de las personas.

En el México de hoy hay determinados problemas que deberían ser objeto de la máxima atención gubernamental y social y que deberían estar en la agenda cotidiana: la inseguridad rampante que campea sin límite de impunidad a lo largo y lo ancho del territorio nacional, el desempleo, la pobreza, la migración voluntaria y obligada de miles y miles de congéneres, los niveles escandalosos de contaminación del suelo, agua y aire, por las causas y motivos que a usted se le puedan ocurrir, las enfermedades colectivas y pandémicas y los pésimos servicios de salud pública con los que contamos, los niveles escolares de las instituciones públicas del nivel que se imagine, que nos ubican, según los indicadores más confiables, al nivel de los peores países africanos, la corrupción ahora engañosa y oculta y tantos otros problemas que afectan de manera personalísima y directa a todos.

Justo y necesario es que nos concentremos en estas dificultades genuinas, que busquemos las alternativas y soluciones más adecuadas y que no nos dejemos engañar por las incontables cortinas de humo que todos los días se nos lanzan a diestra y siniestra como si fuésemos una horda informe de grandísimos ignorantes.

Digo.