/ miércoles 1 de septiembre de 2021

Educación emocional

La vuelta a clases presenciales de algunas instituciones educativas ha generado mucho debate. Es normal que cada quien vea las cosas de manera diferente. Estamos preocupados sobre todo por la salud física y por la formación académica. Sin embargo, no debemos olvidar la importancia de la salud emocional. No siempre le damos el peso que merece la educación de las emociones y los sentimientos.

Educar no es solo lograr que una persona tenga muchos conocimientos. Es cierto que es importante prepararse intelectual y técnicamente para que las posibilidades de tener éxito profesional sean mayores, pero no es suficiente para que las personas puedan lograr una vida feliz en todos los aspectos.

Las emociones y los sentimientos son una parte muy importante de la psicología humana y también se pueden educar, orientar o al menos evitar que controlen nuestra vida. Puede llegar a ser más fácil aprender física cuántica, aunque parezca difícil, que aprender a controlar el carácter o a no dejarse llevar por el coraje ante cualquier tontería, pero es más importante para triunfar en la vida aprender esto último, sin demeritar por supuesto a los que estudian física cuántica.

Cualquiera que tenga a su cargo la educación de otras personas, ya sean hijos, nietos, alumnos, etc., no debe olvidar que también nuestra parte afectiva se puede formar. Ayudar a alguien a educar sus emociones, significa primero que nada tener identificadas las propias y estar al menos en el intento de esforzarse por controlarlas o encauzarlas. Hay cosas que sobre todo se transmiten con el trato personal, incluso sin pretenderlo.

En este regreso a clases, ya sea de forma presencial, a distancia, en línea o de manera híbrida, como cada quien lo quiera hacer según se ha permitido, no podemos olvidar que debemos tener en cuenta ¿cómo están y cómo se sienten los niños, adolescentes y jóvenes? ¿cómo les afecta nuestra manera de ser y de relacionarnos con ellos? La forma de pensar, de sentir y de reaccionar se forjan sobre todo en los primeros años de vida, muchas veces imitando la forma de actuar de quienes nos rodean o a veces también, por el contrario, se aprenden rechazando el ejemplo recibido.

Cuando un niño convive con alguien iracundo, inmaduro o explosivo, hay una probabilidad alta de que imite ese comportamiento. Así mismo, una persona mesurada, paciente, que sabe controlarse ante lo que sucede a su alrededor o al menos se esfuerza por hacerlo, es probable que transmita eso, de manera consciente o no, a quien está educando. Aunque cada persona es diferente, hay un principio educativo que siempre es cierto: si quieres enseñar algo es muy probable que logres transmitirlo viviéndolo primero. ¡Gracias!

La vuelta a clases presenciales de algunas instituciones educativas ha generado mucho debate. Es normal que cada quien vea las cosas de manera diferente. Estamos preocupados sobre todo por la salud física y por la formación académica. Sin embargo, no debemos olvidar la importancia de la salud emocional. No siempre le damos el peso que merece la educación de las emociones y los sentimientos.

Educar no es solo lograr que una persona tenga muchos conocimientos. Es cierto que es importante prepararse intelectual y técnicamente para que las posibilidades de tener éxito profesional sean mayores, pero no es suficiente para que las personas puedan lograr una vida feliz en todos los aspectos.

Las emociones y los sentimientos son una parte muy importante de la psicología humana y también se pueden educar, orientar o al menos evitar que controlen nuestra vida. Puede llegar a ser más fácil aprender física cuántica, aunque parezca difícil, que aprender a controlar el carácter o a no dejarse llevar por el coraje ante cualquier tontería, pero es más importante para triunfar en la vida aprender esto último, sin demeritar por supuesto a los que estudian física cuántica.

Cualquiera que tenga a su cargo la educación de otras personas, ya sean hijos, nietos, alumnos, etc., no debe olvidar que también nuestra parte afectiva se puede formar. Ayudar a alguien a educar sus emociones, significa primero que nada tener identificadas las propias y estar al menos en el intento de esforzarse por controlarlas o encauzarlas. Hay cosas que sobre todo se transmiten con el trato personal, incluso sin pretenderlo.

En este regreso a clases, ya sea de forma presencial, a distancia, en línea o de manera híbrida, como cada quien lo quiera hacer según se ha permitido, no podemos olvidar que debemos tener en cuenta ¿cómo están y cómo se sienten los niños, adolescentes y jóvenes? ¿cómo les afecta nuestra manera de ser y de relacionarnos con ellos? La forma de pensar, de sentir y de reaccionar se forjan sobre todo en los primeros años de vida, muchas veces imitando la forma de actuar de quienes nos rodean o a veces también, por el contrario, se aprenden rechazando el ejemplo recibido.

Cuando un niño convive con alguien iracundo, inmaduro o explosivo, hay una probabilidad alta de que imite ese comportamiento. Así mismo, una persona mesurada, paciente, que sabe controlarse ante lo que sucede a su alrededor o al menos se esfuerza por hacerlo, es probable que transmita eso, de manera consciente o no, a quien está educando. Aunque cada persona es diferente, hay un principio educativo que siempre es cierto: si quieres enseñar algo es muy probable que logres transmitirlo viviéndolo primero. ¡Gracias!