/ lunes 17 de febrero de 2020

La violencia mediatizada

En los últimos días, nuevos casos de violencia contra las mujeres atizaron la indignación y las protestas en contra del sistema político. El brutal asesinato de Ingrid Escamilla o la violación de una mujer que fue encarcelada en el penal para hombres en Zacatecas formaron parte de los casos que demuestran la existencia de una violencia reincidente en contra de las mujeres y que al mismo tiempo son espejo que refleja la descomposición de las instituciones sociales. Durante los últimos años, estos y otros lamentables hechos cobraron relevancia en la agenda pública debido a la presencia de medios. Es la mediatización de los acontecimientos lo que posibilitó su expansión de los lugares donde se originaron a otros contextos distantes.

Sin caer en el determinismo es importante considerar que las tecnologías de la comunicación permiten una mayor visibilidad de los sucesos que ocurren tanto en espacios públicos como en la esfera privada. Esto ocurre cuando los procesos de comunicación humana atraviesan por cambios generados por la aparición de tecnologías que van conformando nuevos espacios sociales para el intercambio de formas simbólicas a distancia. Intentar comprender la mediatización de los sucesos nos lleva a tres consideraciones: a) en la actualidad hay más tecnologías de la comunicación que en épocas anteriores, b) las prácticas sociales se transforman -como los hábitos de consumo, la toma de decisiones, las actividades cotidianas, etcétera- por el simple hecho de que existen medios y c) un fenómeno mediatizado es la exteriorización de procesos mentales bajo la forma de un dispositivo material dado (Verón, 2005 y 2015).

Los recientes casos de violencia en contra de mujeres adquieren nuevas posibilidades de producción y reproducción porque existen los recursos técnicos para ello. Tanto los medios de comunicación tradicionales como los nuevos medios cuya columna vertebral es internet, son lugares no físicos abiertos y comunes donde la violencia se transparenta porque es expuesta. Es por esto que en los últimos años las acciones colectivas espontáneas y organizadas por parte de la sociedad civil para exigir al Estado nuevas políticas públicas y mejorar los marcos de acción para contener la violencia encuentran también en la mediatización un lugar con mayores márgenes de libertad para visibilizar sus demandas.

La violencia contra las mujeres que acontece tanto en el mundo material como en el psíquico al ser transportada a campos mediatizados se transforma en una representación simbólica. Como bien señala Melucci (1996), esto se debe a que la información como tal es un recurso de naturaleza simbólica que para ser reproducido o intercambiado requiere una capacidad de simbolización y codificación. Por lo tanto, la violencia mediatizada es una violencia de tipo simbólico que se caracteriza porque los hechos son expuestos a terceros en espacios públicos a través de formas comunicativas producidas y reproducidas tanto por los medios como por los usuarios de los nuevos medios. La mediatización tiende a normalizar la cultura del exhibicionismo, pero también proporciona autonomía a los individuos frente a las formas tradicionales de poder.

En los últimos días, nuevos casos de violencia contra las mujeres atizaron la indignación y las protestas en contra del sistema político. El brutal asesinato de Ingrid Escamilla o la violación de una mujer que fue encarcelada en el penal para hombres en Zacatecas formaron parte de los casos que demuestran la existencia de una violencia reincidente en contra de las mujeres y que al mismo tiempo son espejo que refleja la descomposición de las instituciones sociales. Durante los últimos años, estos y otros lamentables hechos cobraron relevancia en la agenda pública debido a la presencia de medios. Es la mediatización de los acontecimientos lo que posibilitó su expansión de los lugares donde se originaron a otros contextos distantes.

Sin caer en el determinismo es importante considerar que las tecnologías de la comunicación permiten una mayor visibilidad de los sucesos que ocurren tanto en espacios públicos como en la esfera privada. Esto ocurre cuando los procesos de comunicación humana atraviesan por cambios generados por la aparición de tecnologías que van conformando nuevos espacios sociales para el intercambio de formas simbólicas a distancia. Intentar comprender la mediatización de los sucesos nos lleva a tres consideraciones: a) en la actualidad hay más tecnologías de la comunicación que en épocas anteriores, b) las prácticas sociales se transforman -como los hábitos de consumo, la toma de decisiones, las actividades cotidianas, etcétera- por el simple hecho de que existen medios y c) un fenómeno mediatizado es la exteriorización de procesos mentales bajo la forma de un dispositivo material dado (Verón, 2005 y 2015).

Los recientes casos de violencia en contra de mujeres adquieren nuevas posibilidades de producción y reproducción porque existen los recursos técnicos para ello. Tanto los medios de comunicación tradicionales como los nuevos medios cuya columna vertebral es internet, son lugares no físicos abiertos y comunes donde la violencia se transparenta porque es expuesta. Es por esto que en los últimos años las acciones colectivas espontáneas y organizadas por parte de la sociedad civil para exigir al Estado nuevas políticas públicas y mejorar los marcos de acción para contener la violencia encuentran también en la mediatización un lugar con mayores márgenes de libertad para visibilizar sus demandas.

La violencia contra las mujeres que acontece tanto en el mundo material como en el psíquico al ser transportada a campos mediatizados se transforma en una representación simbólica. Como bien señala Melucci (1996), esto se debe a que la información como tal es un recurso de naturaleza simbólica que para ser reproducido o intercambiado requiere una capacidad de simbolización y codificación. Por lo tanto, la violencia mediatizada es una violencia de tipo simbólico que se caracteriza porque los hechos son expuestos a terceros en espacios públicos a través de formas comunicativas producidas y reproducidas tanto por los medios como por los usuarios de los nuevos medios. La mediatización tiende a normalizar la cultura del exhibicionismo, pero también proporciona autonomía a los individuos frente a las formas tradicionales de poder.