/ lunes 3 de agosto de 2020

Piel sensible

Toda innovación tecnológica conlleva el desarrollo de nuevas prácticas sociales. En el caso de las tecnologías de la comunicación, como predijo la Escuela Canadiense de Comunicación: la aparición de un nuevo medio lo cambia todo. Es decir, las consecuencias de la introducción de una nueva tecnología en una determinada sociedad por lo general son impredecibles e irreversibles (Postman, 1998). En este sentido, en nuestras sociedades existe una especie de división imaginaria de prácticas que separan a las generaciones digitales de las anteriores generaciones. Se considera que los nacidos en la revolución digital como los milénicos (1981-1996), la generación Z (1997-2009) y la generación T (2010-2025) poseen grandes habilidades para la tecnología, pero carecen de madurez emocional. En los últimos años a estos grupos se les ha acusado de haber perdido formas de ver la vida heredadas por la generación X y los Baby Boomers.

¿Hasta que punto son reales los señalamientos sobre las generaciones digitales? Dependerá de diversos factores, lo que tiene cierta claridad es que no podemos definir un hecho desde un punto de vista, como tal parece que nuestra mente se orienta en la actualidad como si fuera una diminuta lámpara que intenta alumbrar una infinita oscuridad. Uno de los principales señalamientos en contra de las nuevas generaciones es que son personas frágiles. Esto, significa en un sentido social que el homo digitalis tiene la piel más sensible que sus predecesores. Esta etiqueta negativa considera que las personas de estas generaciones son débiles emocionalmente debido a una sobreprotección de sus padres.

El 17 de julio de 2020 un usuario de Twitter de nombre @JotaC_43 preguntó públicamente qué pasaría si el disco de nombre “¿Dónde jugarán las niñas?” del grupo de rock Molotov se hubiera lanzado al mercado en la época de la generación de cristal. Miles de internautas se sumaron a la discusión despreciando el disco, acusando al grupo de sexualizar a menores de edad y exigiendo a empresas en internet que quitaran la producción de su oferta musical. Esto es sólo una muestra de una narrativa distinta a través de la cual los otros ven el mundo. Quienes venimos de anteriores épocas no teníamos internet para expresarnos. No existían redes sociodigitales. Nuestros pensamientos siempre estuvieron limitados a la mediatización vertical.

Es falso que la generación de cristal sea propia de los nuevos grupos sociales. Si hacemos un recorrido por las redes sociodigitales, es posible observar que la piel sensible abarca a distintas generaciones. En las redes, personas X o Baby Boomers son poco tolerantes a la crítica. Suelen responder emocionalmente. El diálogo -como en su momento lo calcularon Eco, Lipovetsky y Bauman- es un monólogo. En la mayoría de las ocasiones se impone una perspectiva individual. La fuente de la intolerancia suele ser la descalificación del otro apelando a sentidos externos a la fuente de la discusión como la ideología y las creencias. La piel sensible se fundamenta en un individualismo potenciado por el narcisismo. La superioridad generacional basa su sofisma en el hecho de que las nuevas generaciones saben menos de la vida y no conocen el sufrimiento.

Toda innovación tecnológica conlleva el desarrollo de nuevas prácticas sociales. En el caso de las tecnologías de la comunicación, como predijo la Escuela Canadiense de Comunicación: la aparición de un nuevo medio lo cambia todo. Es decir, las consecuencias de la introducción de una nueva tecnología en una determinada sociedad por lo general son impredecibles e irreversibles (Postman, 1998). En este sentido, en nuestras sociedades existe una especie de división imaginaria de prácticas que separan a las generaciones digitales de las anteriores generaciones. Se considera que los nacidos en la revolución digital como los milénicos (1981-1996), la generación Z (1997-2009) y la generación T (2010-2025) poseen grandes habilidades para la tecnología, pero carecen de madurez emocional. En los últimos años a estos grupos se les ha acusado de haber perdido formas de ver la vida heredadas por la generación X y los Baby Boomers.

¿Hasta que punto son reales los señalamientos sobre las generaciones digitales? Dependerá de diversos factores, lo que tiene cierta claridad es que no podemos definir un hecho desde un punto de vista, como tal parece que nuestra mente se orienta en la actualidad como si fuera una diminuta lámpara que intenta alumbrar una infinita oscuridad. Uno de los principales señalamientos en contra de las nuevas generaciones es que son personas frágiles. Esto, significa en un sentido social que el homo digitalis tiene la piel más sensible que sus predecesores. Esta etiqueta negativa considera que las personas de estas generaciones son débiles emocionalmente debido a una sobreprotección de sus padres.

El 17 de julio de 2020 un usuario de Twitter de nombre @JotaC_43 preguntó públicamente qué pasaría si el disco de nombre “¿Dónde jugarán las niñas?” del grupo de rock Molotov se hubiera lanzado al mercado en la época de la generación de cristal. Miles de internautas se sumaron a la discusión despreciando el disco, acusando al grupo de sexualizar a menores de edad y exigiendo a empresas en internet que quitaran la producción de su oferta musical. Esto es sólo una muestra de una narrativa distinta a través de la cual los otros ven el mundo. Quienes venimos de anteriores épocas no teníamos internet para expresarnos. No existían redes sociodigitales. Nuestros pensamientos siempre estuvieron limitados a la mediatización vertical.

Es falso que la generación de cristal sea propia de los nuevos grupos sociales. Si hacemos un recorrido por las redes sociodigitales, es posible observar que la piel sensible abarca a distintas generaciones. En las redes, personas X o Baby Boomers son poco tolerantes a la crítica. Suelen responder emocionalmente. El diálogo -como en su momento lo calcularon Eco, Lipovetsky y Bauman- es un monólogo. En la mayoría de las ocasiones se impone una perspectiva individual. La fuente de la intolerancia suele ser la descalificación del otro apelando a sentidos externos a la fuente de la discusión como la ideología y las creencias. La piel sensible se fundamenta en un individualismo potenciado por el narcisismo. La superioridad generacional basa su sofisma en el hecho de que las nuevas generaciones saben menos de la vida y no conocen el sufrimiento.