/ miércoles 24 de abril de 2019

Besar los pies

En tiempo de San Francisco de Asís, allá por el siglo XIII, la Iglesia vivía un momento complicado. La vida de este hombre contrastaba con la mundanidad en que algunos de sus miembros vivían. Sus gestos, su sencillez y la pobreza como forma de vida eran muy elocuentes. Se cuenta que llegó a besar a leprosos para mostrarles el amor de Dios por ellos. Y en una ocasión le besó los pies a un campesino para agradecerle el consejo que le dio: “Hermano Francisco, he oído hablar muy bien de usted; procure seguir viviendo así y no decepcionar a las personas que en usted confían”.

El pasado 11 de abril concluyó un retiro espiritual de dos días para las autoridades civiles y eclesiásticas de Sudán del Sur en el Vaticano. Fue organizado por la Santa Sede y el Arzobispo de Canterbury, primado de la Iglesia Anglicana. El objetivo era continuar el proceso de paz entre los actuales líderes políticos y la oposición. Sudán del Sur nació en el año 2011 y desde el 2013 se ha visto envuelto en una sangrienta guerra civil.

Al final del encuentro el Papa Francisco improvisó unas palabras pidiendo “como hermano permanecer en la paz”. Los exhortó a seguir adelante con ánimo de resolver los problemas que puedan surgir. Al despedirse, besó los pies de cuatro de los líderes pertenecientes a los bandos enfrentados impactando a todos.

Cuando vi la grabación no pude dejar de conmoverme profundamente. Un hombre de 82 años, con dificultades en las rodillas, haciendo un gesto más elocuente que todas las palabras dichas, besando los pies de quienes han sido parte de tanta violencia.

Para mí ese gesto representa la gran libertad interior del Papa que no funciona con las coordenadas de lo políticamente correcto, de los índices de popularidad o de lo que digan las redes sociales. Creo que estaba pensando en los miles de muertos, heridos y desplazados que esta guerra ha causado, y fue otra manera de pedirles por la paz, o más bien de implorarles por ella.

El Papa sabe que solamente el amor y la misericordia tocan el corazón y pueden cambiarlo. Pienso que con este gesto quiso expresar la necesidad de cambiar la dureza del corazón y de trabajar por la paz por el bien de todos. Así como San Francisco en su tiempo, sobre todo con su vida y sus gestos, removió conciencias, también hoy el Papa lo hace. Habrá quien le parezca exagerada esta afirmación, sobre todo dentro de la Iglesia. Así también le pasó a San Francisco, sobre todo dentro de la Iglesia, porque en realidad es ahí donde más falta nos hace cambiar.

En tiempo de San Francisco de Asís, allá por el siglo XIII, la Iglesia vivía un momento complicado. La vida de este hombre contrastaba con la mundanidad en que algunos de sus miembros vivían. Sus gestos, su sencillez y la pobreza como forma de vida eran muy elocuentes. Se cuenta que llegó a besar a leprosos para mostrarles el amor de Dios por ellos. Y en una ocasión le besó los pies a un campesino para agradecerle el consejo que le dio: “Hermano Francisco, he oído hablar muy bien de usted; procure seguir viviendo así y no decepcionar a las personas que en usted confían”.

El pasado 11 de abril concluyó un retiro espiritual de dos días para las autoridades civiles y eclesiásticas de Sudán del Sur en el Vaticano. Fue organizado por la Santa Sede y el Arzobispo de Canterbury, primado de la Iglesia Anglicana. El objetivo era continuar el proceso de paz entre los actuales líderes políticos y la oposición. Sudán del Sur nació en el año 2011 y desde el 2013 se ha visto envuelto en una sangrienta guerra civil.

Al final del encuentro el Papa Francisco improvisó unas palabras pidiendo “como hermano permanecer en la paz”. Los exhortó a seguir adelante con ánimo de resolver los problemas que puedan surgir. Al despedirse, besó los pies de cuatro de los líderes pertenecientes a los bandos enfrentados impactando a todos.

Cuando vi la grabación no pude dejar de conmoverme profundamente. Un hombre de 82 años, con dificultades en las rodillas, haciendo un gesto más elocuente que todas las palabras dichas, besando los pies de quienes han sido parte de tanta violencia.

Para mí ese gesto representa la gran libertad interior del Papa que no funciona con las coordenadas de lo políticamente correcto, de los índices de popularidad o de lo que digan las redes sociales. Creo que estaba pensando en los miles de muertos, heridos y desplazados que esta guerra ha causado, y fue otra manera de pedirles por la paz, o más bien de implorarles por ella.

El Papa sabe que solamente el amor y la misericordia tocan el corazón y pueden cambiarlo. Pienso que con este gesto quiso expresar la necesidad de cambiar la dureza del corazón y de trabajar por la paz por el bien de todos. Así como San Francisco en su tiempo, sobre todo con su vida y sus gestos, removió conciencias, también hoy el Papa lo hace. Habrá quien le parezca exagerada esta afirmación, sobre todo dentro de la Iglesia. Así también le pasó a San Francisco, sobre todo dentro de la Iglesia, porque en realidad es ahí donde más falta nos hace cambiar.