/ jueves 13 de agosto de 2020

La puerta de Jano │ Educación ambiental

En este grupo de entregas me gustaría compartir con ustedes la búsqueda que a través de las aulas han emprendido distintos sectores del Estado para allanar los problemas sociales, económicos y políticos que nos atañen. Entre unos de estos grandes problemas y - por cierto, de los cuales los habitantes del orbe, estamos siendo actualmente sujetos de funestas consecuencias– están el medio ambiente y las políticas públicas en materia de salud pública. Comenzaré por abordar el primer tema y de ahí iremos abriendo el espectro en las siguientes semanas.

Hace unos años en que prestaba mis servicios en la Maestría en Ciencias Sociales de la UAZ y a cuya cabeza se encontraba el ahora Dr. Francisco Valerio Quintero, incursioné en temáticas hasta entonces novedosas para mí y también tuve oportunidad de vincularme a trabajos realizados desde la licenciatura en Ciencias de la Tierra. Como cursaba mi maestría en Arquitectura con Especialidad en Restauración de Sitios y Monumentos, había una asignatura importante que era eje de muchas otras: el medio ambiente y el desarrollo sustentable.

Tras el Informe Brundtland en 1987 se definía el “Desarrollo sustentable como aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras”, entendiendo algo que por primera vez nos sembraban en nuestras mentes: todo aquello que hagas en el presente tendrá consecuencias en el futuro. ¿Acaso eso lo supieron los purépechas que acabaron con gran parte del bosque que rodeaba el lago de Pátzcuaro en el siglo XVI? No lo creo. Este precepto había sido el resultado de los trabajos de la Comisión Mundial del Medio Ambiente y Desarrollo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). A México, como siempre, esos acuerdos llegarían tardíamente, pero ya se habían creado institutos especializados dedicados a promover dichos estudios. Uno de los primeros que conocí era el establecido en Pátzcuaro, Michoacán: INIFAB (Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias) que nacía en 1985, y con el cual tuve algún tipo de acercamiento a través de unos investigadores porque me encontraba indagando sobre tipologías de maderas. Esa aproximación fue vinculándome con otros temas medioambientales, pero a decir verdad nunca recibí una educación formal y mis contemporáneos no me dejarán mentir. Las asignaturas de Medio Ambiente, Sostenibilidad, Ecología, Daño ambiental, Deterioro de la tierra y otras semejantes, surgen en los años 90. Me atrevo a decir que van de los posgrados hacia niveles básicos; es decir, la SEP llega tarde en sus decisiones pedagógicas de contenido, pero además lo hace porque los niveles superiores la van empujando.

En la siguiente entrega hablaré del panorama educativo en cuestión ambiental en América Latina y México, pero por ahora solo quisiera dejarles una estrofa que aprendí de pequeña de una popular canción que decía: “Yo quisiera no ver tanto verde en la tierra muriendo, y en las aguas de ríos los peces desapareciendo”. Me refiero a un tema musical de 1977 que si bien no fue prohibido tampoco era muy popular, pero daba cosas en qué pensar.

En este grupo de entregas me gustaría compartir con ustedes la búsqueda que a través de las aulas han emprendido distintos sectores del Estado para allanar los problemas sociales, económicos y políticos que nos atañen. Entre unos de estos grandes problemas y - por cierto, de los cuales los habitantes del orbe, estamos siendo actualmente sujetos de funestas consecuencias– están el medio ambiente y las políticas públicas en materia de salud pública. Comenzaré por abordar el primer tema y de ahí iremos abriendo el espectro en las siguientes semanas.

Hace unos años en que prestaba mis servicios en la Maestría en Ciencias Sociales de la UAZ y a cuya cabeza se encontraba el ahora Dr. Francisco Valerio Quintero, incursioné en temáticas hasta entonces novedosas para mí y también tuve oportunidad de vincularme a trabajos realizados desde la licenciatura en Ciencias de la Tierra. Como cursaba mi maestría en Arquitectura con Especialidad en Restauración de Sitios y Monumentos, había una asignatura importante que era eje de muchas otras: el medio ambiente y el desarrollo sustentable.

Tras el Informe Brundtland en 1987 se definía el “Desarrollo sustentable como aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras”, entendiendo algo que por primera vez nos sembraban en nuestras mentes: todo aquello que hagas en el presente tendrá consecuencias en el futuro. ¿Acaso eso lo supieron los purépechas que acabaron con gran parte del bosque que rodeaba el lago de Pátzcuaro en el siglo XVI? No lo creo. Este precepto había sido el resultado de los trabajos de la Comisión Mundial del Medio Ambiente y Desarrollo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). A México, como siempre, esos acuerdos llegarían tardíamente, pero ya se habían creado institutos especializados dedicados a promover dichos estudios. Uno de los primeros que conocí era el establecido en Pátzcuaro, Michoacán: INIFAB (Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias) que nacía en 1985, y con el cual tuve algún tipo de acercamiento a través de unos investigadores porque me encontraba indagando sobre tipologías de maderas. Esa aproximación fue vinculándome con otros temas medioambientales, pero a decir verdad nunca recibí una educación formal y mis contemporáneos no me dejarán mentir. Las asignaturas de Medio Ambiente, Sostenibilidad, Ecología, Daño ambiental, Deterioro de la tierra y otras semejantes, surgen en los años 90. Me atrevo a decir que van de los posgrados hacia niveles básicos; es decir, la SEP llega tarde en sus decisiones pedagógicas de contenido, pero además lo hace porque los niveles superiores la van empujando.

En la siguiente entrega hablaré del panorama educativo en cuestión ambiental en América Latina y México, pero por ahora solo quisiera dejarles una estrofa que aprendí de pequeña de una popular canción que decía: “Yo quisiera no ver tanto verde en la tierra muriendo, y en las aguas de ríos los peces desapareciendo”. Me refiero a un tema musical de 1977 que si bien no fue prohibido tampoco era muy popular, pero daba cosas en qué pensar.