/ jueves 15 de octubre de 2020

La puerta de Jano │ La pedagogía de los jesuitas

El 27 de septiembre de 1540 por la bula Regimini militantes Ecclesiae del Papa Pablo III, nace la Compañía de Jesús orientada al apostolado misional, pedagógico y docente. Su escenario fue el humanismo de la época, bajo una gran revolución del pensamiento moral y religioso. Fundamentalmente el papel de San Ignacio de Loyola había sido responder a los ataques de la Reforma Luterana, pero en el interior de la orden y su convivencia cercana con la élite de la sociedad y la realeza del momento, se privilegió la transmisión de una nueva mística alejada de la culpa del pecado original, de la vejación y el rechazo al cuerpo que había predominado durante la Edad Media, y se buscó un sentido más consciente hacia lo espiritual por medio del conocimiento del cosmos que era visto como un regalo de Dios. Su carácter docente iba a convertirse en la responsabilidad apostólica más importante de la Orden.

Menciona Javier Vergara Ciordia, de la Universidad de Valencia que la Compañía de Jesús nació en un tiempo apasionante en que la cultura demandaba educación y docencia, intimidad, interiorización, afirmación de la condición humana y cristiana y la búsqueda de la fusión del hombre con la naturaleza; pero sobre todo los estadios del pensamiento buscaban colocar al hombre como protagonista activo de la historia. El encuentro de los jesuitas con el Nuevo Mundo generó aún más la posibilidad de educar desde los orígenes, sin ninguna ideología previa que enturbiara la idea ignaciana de favorecer la expansión evangélica desde esta visión, a modo de la Compañía de Jesús, deslindándose de la teoría franciscana observante y los principios agustinianos.

Fue una gran oportunidad para sentar sus principios y aun cuando convivieron en distribución de espacios con el clero secular y regular de América, los fundamentos ya se habían preparado en la Europa renacentista, con una tendencia a la pedagogía y al concierto unificado de la fe y la razón. Por investigaciones de Josep María Margenat Peralta, sabemos que en los primeros años del siglo XVI (1540-1548) los jesuitas fundaron colegios como residencias para los jóvenes estudiantes de la orden en universidades como París, trasladándose después a Lovaina, Bégica; Padua, Italia; Coímbra, Portugal, Alcalá de Henares y Valencia en España y Colonia en Alemania. Más tarde, educaron en Goa a cristianos portugueses y en Gandía a población morisca.

En la Nueva España los colegios abiertos por la compañía de Jesús, no solo fueron creados para la educación criolla o peninsular, también los fueron para algunos hijos de caciques indígenas y para algunos grupos de mulatos. La primera casa que fundaron fue la de Pátzcuaro Michoacán en 1573 a donde arribaron los padres Juan Curiel, Juan Sánchez Baquero y los hermanos Pedro Rodríguez y Pedro Ruiz de Salvatierra, ordenándose después como sacerdotes en un edificio que comenzó a construirse en 1585 perteneciendo a los Jesuitas hasta 1767, año en el que fueron expulsados de la Nueva España. Ese inmueble ahora aloja a una Casa de Estudios para la cultura purhépecha.

El 27 de septiembre de 1540 por la bula Regimini militantes Ecclesiae del Papa Pablo III, nace la Compañía de Jesús orientada al apostolado misional, pedagógico y docente. Su escenario fue el humanismo de la época, bajo una gran revolución del pensamiento moral y religioso. Fundamentalmente el papel de San Ignacio de Loyola había sido responder a los ataques de la Reforma Luterana, pero en el interior de la orden y su convivencia cercana con la élite de la sociedad y la realeza del momento, se privilegió la transmisión de una nueva mística alejada de la culpa del pecado original, de la vejación y el rechazo al cuerpo que había predominado durante la Edad Media, y se buscó un sentido más consciente hacia lo espiritual por medio del conocimiento del cosmos que era visto como un regalo de Dios. Su carácter docente iba a convertirse en la responsabilidad apostólica más importante de la Orden.

Menciona Javier Vergara Ciordia, de la Universidad de Valencia que la Compañía de Jesús nació en un tiempo apasionante en que la cultura demandaba educación y docencia, intimidad, interiorización, afirmación de la condición humana y cristiana y la búsqueda de la fusión del hombre con la naturaleza; pero sobre todo los estadios del pensamiento buscaban colocar al hombre como protagonista activo de la historia. El encuentro de los jesuitas con el Nuevo Mundo generó aún más la posibilidad de educar desde los orígenes, sin ninguna ideología previa que enturbiara la idea ignaciana de favorecer la expansión evangélica desde esta visión, a modo de la Compañía de Jesús, deslindándose de la teoría franciscana observante y los principios agustinianos.

Fue una gran oportunidad para sentar sus principios y aun cuando convivieron en distribución de espacios con el clero secular y regular de América, los fundamentos ya se habían preparado en la Europa renacentista, con una tendencia a la pedagogía y al concierto unificado de la fe y la razón. Por investigaciones de Josep María Margenat Peralta, sabemos que en los primeros años del siglo XVI (1540-1548) los jesuitas fundaron colegios como residencias para los jóvenes estudiantes de la orden en universidades como París, trasladándose después a Lovaina, Bégica; Padua, Italia; Coímbra, Portugal, Alcalá de Henares y Valencia en España y Colonia en Alemania. Más tarde, educaron en Goa a cristianos portugueses y en Gandía a población morisca.

En la Nueva España los colegios abiertos por la compañía de Jesús, no solo fueron creados para la educación criolla o peninsular, también los fueron para algunos hijos de caciques indígenas y para algunos grupos de mulatos. La primera casa que fundaron fue la de Pátzcuaro Michoacán en 1573 a donde arribaron los padres Juan Curiel, Juan Sánchez Baquero y los hermanos Pedro Rodríguez y Pedro Ruiz de Salvatierra, ordenándose después como sacerdotes en un edificio que comenzó a construirse en 1585 perteneciendo a los Jesuitas hasta 1767, año en el que fueron expulsados de la Nueva España. Ese inmueble ahora aloja a una Casa de Estudios para la cultura purhépecha.