/ jueves 4 de junio de 2020

La puerta de Jano | Sin diagnóstico no hay pronóstico

Frente al desconcierto sobre decisiones tomadas que luego se revierten, quiero hacer una reflexión sobre el anunciado recorte del 75% a los centros de investigación en México. Esto lastima de manera profunda un recorrido y una historia nacional que se ha venido sucediendo desde 1937 cuando llegaron a México un grupo de niños españoles arrojados por la lucha de los republicanos; y poco más tarde de 1939 a 1942, cuando desembarcaron en el país más de 20 000 refugiados españoles; ambas iniciativas consumadas por el presidente Lázaro Cárdenas. La política de asilo político siguió un curso continuado hasta los 70 y aun en el siglo XX, gracias a la cual México tuvo la oportunidad de intercambiar ideas de talla intelectual, científicas, políticas, económicas y artísticas representadas por figuras como: Daniel Cosío Villegas, León Trotski, José Gaos, José Moreno Villa, Luis Buñuel, Leonora Carrington, Rigoberta Menchu y un largo etcétera. La interlocución con estos grupos migrantes y su disposición para fundar casas, partidos, movimientos y tendencias propiciaron la aparición de centros de investigación donde se dialogó con la masa crítica de México y fue así como estos centros funcionaron para la incubación de políticas en materia de: economía, sociología, estudios de población, geo-espaciales, recursos naturales, estadísticas, migración, biología, tecnologías e informática, química, astrofísica, matemáticas, alimentación, óptica y más.

El CIDE en particular (Centro de Investigación y Docencia Económicas) es un organismo dedicado al estudio especializado en ciencias sociales, sujeto a estándares internacionales desde hace 45 años en que nació. Fue fundado por una académica española: Trinidad Martínez Tarragó, quien murió hace apenas 2 años. Luis Echeverría Álvarez dio el banderazo a este centro y a partir de entonces su historia fue creciendo: primero con una Maestría en Economía, luego con una Maestría en Administración Pública, un Área de Investigación en Ciencias Políticas y Sociales, una División de Estudios Políticos, el Instituto de Estudios Económicos de América Latina, el Departamento de Planificación y Matemáticas, la Maestría en Economía y Política Internacional, el Programa de Estudios Centroamericanos, el Centro de Administración y Desarrollo para las Empresas Públicas, la Maestría en Planificación y Desarrollo, la División de Estudios Internacionales, la Licenciatura en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, la Licenciatura en Economía, todo esto hasta 1993.

Haciendo un ejercicio de imaginación -porque no me queda para más- si yo estuviera a cargo de un país, mandataría la réplica de este centro para cada estado y mucho habría de conseguir al término de seis años: por ejemplo un gran diagnóstico de mi país, acompañado de cifras de INEGI y las distintas secretarías de los Estados. La medicina, la biología y muchas ciencias duras nos han mostrado que sin diagnóstico no hay pronóstico. Tanto en política como en economía, las ocurrencias, las revanchas, los rencores y la ceguera son peligrosamente castigados. Se gesta una política pública detrás de un estudio concienzudo, comprobado y objetivo. ¿Quedó claro para que sirve un centro como estos? Ojalá llegara a oídos abiertos, porque esta sordera nos está matando poco a poco.

Frente al desconcierto sobre decisiones tomadas que luego se revierten, quiero hacer una reflexión sobre el anunciado recorte del 75% a los centros de investigación en México. Esto lastima de manera profunda un recorrido y una historia nacional que se ha venido sucediendo desde 1937 cuando llegaron a México un grupo de niños españoles arrojados por la lucha de los republicanos; y poco más tarde de 1939 a 1942, cuando desembarcaron en el país más de 20 000 refugiados españoles; ambas iniciativas consumadas por el presidente Lázaro Cárdenas. La política de asilo político siguió un curso continuado hasta los 70 y aun en el siglo XX, gracias a la cual México tuvo la oportunidad de intercambiar ideas de talla intelectual, científicas, políticas, económicas y artísticas representadas por figuras como: Daniel Cosío Villegas, León Trotski, José Gaos, José Moreno Villa, Luis Buñuel, Leonora Carrington, Rigoberta Menchu y un largo etcétera. La interlocución con estos grupos migrantes y su disposición para fundar casas, partidos, movimientos y tendencias propiciaron la aparición de centros de investigación donde se dialogó con la masa crítica de México y fue así como estos centros funcionaron para la incubación de políticas en materia de: economía, sociología, estudios de población, geo-espaciales, recursos naturales, estadísticas, migración, biología, tecnologías e informática, química, astrofísica, matemáticas, alimentación, óptica y más.

El CIDE en particular (Centro de Investigación y Docencia Económicas) es un organismo dedicado al estudio especializado en ciencias sociales, sujeto a estándares internacionales desde hace 45 años en que nació. Fue fundado por una académica española: Trinidad Martínez Tarragó, quien murió hace apenas 2 años. Luis Echeverría Álvarez dio el banderazo a este centro y a partir de entonces su historia fue creciendo: primero con una Maestría en Economía, luego con una Maestría en Administración Pública, un Área de Investigación en Ciencias Políticas y Sociales, una División de Estudios Políticos, el Instituto de Estudios Económicos de América Latina, el Departamento de Planificación y Matemáticas, la Maestría en Economía y Política Internacional, el Programa de Estudios Centroamericanos, el Centro de Administración y Desarrollo para las Empresas Públicas, la Maestría en Planificación y Desarrollo, la División de Estudios Internacionales, la Licenciatura en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, la Licenciatura en Economía, todo esto hasta 1993.

Haciendo un ejercicio de imaginación -porque no me queda para más- si yo estuviera a cargo de un país, mandataría la réplica de este centro para cada estado y mucho habría de conseguir al término de seis años: por ejemplo un gran diagnóstico de mi país, acompañado de cifras de INEGI y las distintas secretarías de los Estados. La medicina, la biología y muchas ciencias duras nos han mostrado que sin diagnóstico no hay pronóstico. Tanto en política como en economía, las ocurrencias, las revanchas, los rencores y la ceguera son peligrosamente castigados. Se gesta una política pública detrás de un estudio concienzudo, comprobado y objetivo. ¿Quedó claro para que sirve un centro como estos? Ojalá llegara a oídos abiertos, porque esta sordera nos está matando poco a poco.